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Los Obispos de Tucumán emitieron una “Carta sobre algunos Aspectos de la Dignidad Humana”

La Iglesia en Tucumán desde hace muchos años atiende, contiene y acompaña, tanto personal como grupalmente, la realidad de hermanos y hermanas trans, aseguran los prelados en la carta que se dio a conocer en las últimas horas.

14 de octubre de 2025Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
Mons. Díaz
Monseñor José Antonio Díaz, obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción.

CARTA SOBRE ALGUNOS ASPECTOS DE LA DIGNIDAD HUMANA

Los obispos de la Arquidiócesis de Tucumán, de la Diócesis de La Santísima Concepción y de 
la Prelatura de Cafayate, a quienes nos toca pastorear al Pueblo santo de Dios que peregrina en el 
territorio de la provincia de Tucumán, queremos expresar con todo respeto y claridad a la comunidad 
católica y a las personas de buena voluntad el pensar, el querer y el actuar de la Iglesia respecto a la 
“dignidad infinita del ser humano”. «Una dignidad infinita, que se fundamenta inalienablemente en 
su propio ser, le corresponde a cada persona humana, más allá de toda circunstancia y en cualquier 
estado o situación en que se encuentre» (Dignitas Infinita, 1). 

La Iglesia en Tucumán desde hace muchos años atiende, contiene y acompaña, tanto personal 
como grupalmente, la realidad de hermanos y hermanas trans* y en muchas situaciones de 
vulnerabilidad, buscando siempre el amor, la misericordia, la inclusión, la dignificación…, abrazando 
la vida como viene en todas las circunstancias y contextos. 

El Papa Francisco nos enseña que un “desafío surge de diversas formas de una ideología, 
genéricamente llamada gender, que «niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de 
mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la 
familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una 
identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica 
entre hombre y mujer... Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a 
ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que 
determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que «el sexo biológico (sex) y el 
papel sociocultural del sexo (gender), se pueden distinguir, pero no separar» Lo creado nos precede y 
debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso 
significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada» (Amoris Laetitia, 56)    

También el Papa Francisco recordaba que «Tampoco se puede ignorar que, en la configuración 
del propio modo de ser, femenino o masculino, no confluyen sólo factores biológicos o genéticos, sino 
múltiples elementos que tienen que ver con el temperamento, la historia familiar, la cultura, las 
experiencias vividas, la formación recibida, las influencias de amigos, familiares y personas 
admiradas, y otras circunstancias concretas que exigen un esfuerzo de adaptación. Es verdad que no 
podemos separar lo que es masculino y femenino de la obra creada por Dios, que es anterior a todas 
nuestras decisiones y experiencias, donde hay elementos biológicos que es imposible ignorar. Pero 
también es verdad que lo masculino y lo femenino no son algo rígido. (Amoris Laetitia, 286)

Lo que realmente nos preocupa es que se pueda de alguna manera inducir a niños y 
adolescentes con tratamientos irreversibles que todavía no están aptos para recibir. Debiendo 
predominar la “libertad responsable”, la bioética enseña que niños y adolescentes gozan de la misma, 
aunque limitada, por carecer de la madurez que les permita tomar decisiones que comprometen su 
vida a futuro, ya que su identidad se encuentra en formación y no pueden consentir válidamente 
decisiones médicas que puedan resultar irreversibles. 

Los adultos debemos cuidar y proteger a los niños y adolescentes ayudándolos a integrar su 
experiencia afectiva y corporal y custodiar su desarrollo integral, entendiendo la naturaleza humana 
“como persona sexuada que es totalidad bio-psico-socio-espiritual.  

Consideramos que el “principio de precaución”, aplicado junto al principio de “primero no 
hacer daño”, impone ser prevenidos y abstenerse de intervenciones que en virtud de los derechos 
humanos y los derechos sexuales puedan contradecir los derechos de los niños y adolescentes que 
priman sobre todo otro derecho.  

El mayor servicio que se puede hacer a un niño que presenta incongruencia de género es el de 
la escucha y el acompañamiento en verdad y responsabilidad. Una y otra se necesitan mutuamente, 
una y otra deben actuar al unísono.  

Invitamos a la comunidad católica, a sus instituciones, asociaciones y movimientos a una 
actitud pastoral inspirada en la escucha, la empatía y la misericordia. A recibir en la caridad fraterna 
y acompañar a las familias que viven estas situaciones difíciles. A las personas de buena voluntad, a 
vivir con dignidad la vida con todos los desafíos que hoy se presentan; y a dignificar a cada ser 
humano, por medio del respeto, el diálogo, la comprensión, la paciencia; especialmente el amor 
fraternal con todos, sin excepción.

El Jubileo de la Esperanza nos invita a ser pacientes en medio de las tribulaciones y a esperar 
contra toda esperanza, porque sabemos que “la esperanza no quedará defraudada, porque el amor de 
Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado.” (Rom 
5,1-5)

Con nuestro amor de padres y pastores. 

Mons. Carlos Alberto Sánchez                  
Arzobispo de Tucumán 

Mons. Roberto José Ferrari 
Obispo Auxiliar de Tucumán. 

Mons. José Antonio Díaz 
Obispo de la Santísima Concepción 

Mons. Fr. Darío Rubén Quintana OAR  
Obispo de la Prelatura de Cafayate

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