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Momento clave: José Alperovich podría votar en el debate por la Ley del Aborto

En la Cámara de Senadores no se adoptó ninguna medida respecto de las denuncias más allá de dos trámites administrativos. ¿Podría Votar?

POLITICA 28 de diciembre de 2020 Vientos Tucumanos Noticias Vientos Tucumanos Noticias
Alperovich 2

El 22 de noviembre de 2.019 el mundo político fue sacudido por una denuncia: la sobrina segunda del senador por Tucumán José Alperovich denunciaba a su tío por abuso sexual agravado extendido en el tiempo. La joven de 29 años radicó la denuncia en las dos ciudades donde habrían sucedido los hechos –San Miguel de Tucumán y Buenos Aires– y comenzó un camino que al poco tiempo quedó olvidado por la realidad argentina del día a día.

Más allá del camino judicial que deba afrontar quien fuera tres veces gobernador de la provincia de Tucumán, en la Cámara de Senadores no se adoptó ninguna medida respecto de las denuncias más allá dos trámites administrativos: aceptar la licencia extraordinaria del senador y separar a la denunciante de su trabajo en el despacho de la senadora Beatriz Mirkin, compañera de bloque de Alperovich.

El 25 de noviembre de 2019, tres días después de conocida la denuncia, el Senado votó por unanimidad la aprobación de la licencia extraordinaria sin goce de haberes del contador Alperovich. El ex gobernador tucumano no había expresado el plazo, por lo cual el presidente del bloque de Juntos por el Cambio, Luis Petcoff Naidenoff, solicitó que sea otorgada la licencia “por un tiempo determinado de seis meses y después que quede sujeto a la voluntad de la Cámara”. Se votó por unanimidad.

Para el 26 de mayo de 2020, con el período vencido, Alperovich solicitó una prórroga de su licencia por noventa días. También fue aprobada por unanimidad el 4 de junio, en la misma sesión en la que se conmemoró un nuevo aniversario de la primera movilización “Ni una menos”. No hubo explicación, ningún senador pidió la palabra. La licencia vencía a fines de agosto, momento en el que fue nuevamente prorrogada hasta el 1º de enero de 2021. Tampoco hubo una explicación ni debate o sugerencia alguna.

Constitución

El texto supremo de la legislación argentina es lo suficientemente claro en dos de sus artículos sobre qué se debe hacer en la situación de José Alperovich. De hecho, el artículo 66 afirma que “cada Cámara hará su reglamento y podrá con dos tercios de votos, corregir a cualquiera de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirle de su seno”. Para despejar toda duda de cuál sería uno de esos casos, la Constitución agrega el artículo 70: “Cuando se forme querella por escrito ante las justicias ordinarias contra cualquier senador o diputado, examinado el mérito del sumario en juicio público, podrá cada Cámara, con dos tercios de votos, suspender en sus funciones al acusado, y ponerlo a disposición del juez competente para su juzgamiento”.

En el caso de Alperovich no hubo siquiera una investigación interna del Senado que determine la gravedad de las acusaciones. Esto es vital, dado que si el Senado considera que las acusaciones tienen sustento, debe expulsar al miembro de su cámara, y si considera lo contrario, debe reincorporarlo. En ningún caso se contempla una licencia extraordinaria renovable de manera periódica hasta nuevo aviso.

Sin embargo, también está la cuestión de los graves antecedentes del Senado. Alperovich puede ampararse tranquilamente en la situación de su colega internado (ex presidente Carlos Menem), quien tiene hasta sentencias firmes en su contra y nunca fue siquiera suspendido por la cámara alta en cumplimiento de la Constitución.

Final abierto

Puede que se judicialice, puede que Tucumán se queje –y por ende deba intervenir la Corte Suprema de Justicia… nuevamente… en este contexto…– o puede que no pase nada. En el caso de la judicialización, como dice un viejo dicho tribunalicio, la culpa no será del árbitro que cobró penal, sino del que hizo la falta en el área. O sea, que no habría demandante o judicialización si se hubieran hecho bien las cosas.

Lo que sí resulta una triste ironía del destino es cómo “la institucionalidad se venga sola”. Se torció tanto la legislación en casos anteriores que ahora, con una votación crucial que divide a buena parte de la sociedad, afloran las cuestiones no resueltas con anterioridad.

Fuente: Infobae

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