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Adiós a la promesa de abandonar la grieta

El tucumano Joaquín Morales Solá, escribió en el diario La Nación un importante articulo analizando el discurso del Pte. Alberto Fernández, en el congreso de la Nación.

POLITICA 01 de marzo de 2021 Vientos Tucumanos Noticias Vientos Tucumanos Noticias
alberto y cristina
Alberto Fernández habló por espacio de dos horas, no se guardo nada

 Joaquín Morales Solá - La Nación 

Los estilos y los detalles son lo de menos. El trazo grueso del discurso de Alberto Fernández ante la Asamblea Legislativa fue un boceto perfecto de las posiciones de Cristina Kirchner. El Presidente la sigue reconociendo como su jefa. Es una anomalía del sistema presidencial argentino que nadie sabe cómo ni cuándo se resolverá, si es que algún día se resuelve. La obsesión con la Justicia y con los medios periodísticos no era la obsesión de Alberto Fernández. Ahora lo es. Más previsible para cualquier observador atento de la política fue la elección de Mauricio Macri como el adversario. El poder político tiene también la facultad oculta de designar a su adversario. Ya lo hicieron Cristina Kirchner con el propio Macri, y Macri con la propia Cristina. Cristina lo ninguneó a Daniel Scioli para colocarlo a Macri en el centro del escenario. Macri siempre quiso confrontar con ella en la suposición vana de que la expresidenta resultaría perdidosa. Frenó, así, el proceso de renovación del peronismo, aunque no haya sido ese su propósito. A los dos les salió mal esa treta repetida. Al final, terminaron encumbrando al adversario que más detestaban.

Desde el primero hasta el último párrafo de su interminable discurso, el Presidente se encargó de flagelar al gobierno de Macri. Cada mención al presente tuvo su consecuente referencia al pasado macrista. Cada anuncio fue confrontado con lo que supuestamente hacía o dejaba de hacer Macri. Habló de Macri hasta cuando tomaba agua. Muchos datos fueron manipulados. En algunos casos se olvidó de la historia completa, como los zafarranchos de la economía que dejó Cristina en 2015. En otros, hacía comparaciones con la economía del año 2019, que fue la del déficit cero al que lo obligó al expresidente su acuerdo con el Fondo Monetario. En algunos, pocos, tuvo razón, como cuando Alberto Fernández recordó con precisión el plan de pagos que Macri pactó con el Fondo Monetario. Impagable. 44.000 millones de dólares en apenas 3 años. Siempre ese crédito estuvo hecho, aunque nadie lo aceptó nunca, para ser refinanciado, aún en el caso de que Macri haya sido reelegido en 2019.

Presidente Fernandez

Alberto Fernández no es un neófito en política, y menos en política electoral. Sabía lo que estaba haciendo. Estaba mostrándole al público antikirchnerista quién es el referente de ese sector de la sociedad. Nunca se refirió ni aludió a Horacio Rodríguez Larreta o a María Eugenia Vidal, que tuvieron importantes funciones durante el gobierno del viejo Cambiemos. Es una decisión política y electoral. Aún así, sus palabras chocaron de frente con su promesa de abandonar la grieta. Profundizó todavía más lo que ya es un abismo que separa a cerca del 40 por ciento de la sociedad, si se juntan los dos bandos enfrentados. Llamó la atención que al final apelara al acuerdo y la unidad, justo cuando terminaba su discurso más confrontativo con la oposición. ¿Otra contradicción más en su camino de incoherencias? ¿O fue también un mensaje electoral para los argentinos que detestan la grieta? La última alternativa es la más probable.

El otro enemigo es el Poder Judicial. Pudo ser (y seguramente lo fue) un gesto de solidaridad con su socia y vicepresidenta, que la tenía al lado con cara de cansancio por la extensión del discurso. Los discursos largos son propiedad de ella, no de Alberto. Ella es la gran oradora de la política argentina, no su delfín. Detengámonos con todo en el tema de la Justicia. El objetivo está claro: vaciar de poder a la Corte Suprema de Justicia, a la que zamarreó como pocas veces se vio ni se escuchó. Ni siquiera Cristina fue, en sus discursos en el Congreso al menos, tan agresiva con la cabeza del Poder Judicial. La creación de un supuesto tribunal de garantías está dirigida precisamente a recortarle poder a la máxima instancia de Justicia del país. Pero la idea tiene un problema insalvable de origen: es inconstitucional. La única instancia judicial que está en condiciones de decidir definitivamente si se respetaron -o no- las garantías constitucionales durante un proceso es la Corte Suprema. Por lo tanto, todos los casos que vayan a ese tribunal de garantías terminarán también la Corte Suprema. Más burocracia judicial y más dinero del Estado para no lograr nada.

Presidente fernandez 3

Es, además, otra contradicción del Presidente. Ayer dijo, con razón, que la justicia es lenta en la Argentina. Pero, al mismo tiempo, anunció la creación de nuevos mecanismos que la harán más lentas aún. Es también una contradicción de todo el oficialismo, que hace populismo denostando a la Justicia cuando al mismo tiempo decide alargar los procesos. ¿O no fue eso lo que hicieron hace poco los legisladores cristinistas que aplicaron parcialmente una reforma del Código Procesal Pena para llevar hasta la eternidad la certeza de una sentencia definitiva? Hasta las decisiones de la Corte Suprema serían revisables, según el criterio de esos legisladores. Fue un indulto encubierto a Cristina Kirchner, que requerirá del paso del tiempo.

La justicia es lenta, en efecto. Pero con el diagnóstico no es suficiente, sobre todo cuando se hace todo lo contrario.

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