Los jóvenes golpeados por la droga nos duelen cada día más en Argentina y nosotros lo vivimos a diario en nuestras ciudades

Homilía de Monseñor José Antonio Díaz, del Domingo de Ramos: 

Queridos hermanos, especialmente queridos jóvenes, hoy estamos celebrando la Jornada Mundial de la Juventud instituida por el Papa Juan Pablo II. La primera Jornada Mundial de la Juventud que se hizo fuera de Roma se hizo acá en Argentina en el año 87 y el Papa la instituyó para que cada tanto se hicieran encuentros mundiales y celebraciones con la juventud.

Y el Domingo de Ramos tiene que ver con el júbilo, tiene que ver con la alegría, tiene que ver con este recibir al Señor, con ese entusiasmo propio de la juventud. Los ramos significan el triunfo. De hecho, los griegos, los romanos lo usaban especialmente para los momentos de triunfo y a Jesús se los recibe de una manera triunfal justamente porque Él había dado signos y señales de que había vencido al pecado, a la muerte con su pasión, muerte y resurrección y Él entra en Jerusalén decidido a dar la vida, es decir, decidido a dar este paso de salvación.

Por eso anticipadamente los reciben de esa manera. Por eso es una invitación en este día especialmente a los jóvenes a que abran el corazón a Jesús para que los reciban con ese júbilo y esa alegría propio de quienes los reconocen como su Señor. En segundo lugar, esta celebración se inicia con este gesto, con esta procesión, con un pueblo fervoroso, con un pueblo que alaba al Señor, que canta, que los recibe con júbilo, pero es el mismo pueblo que después va a pedir que lo crucifiquen. Y con eso el Señor nos está indicando, nos está enseñando que en realidad estas alabanzas son vacías, que lo que cuenta en realidad es la fe que cada persona tiene, la solidez de su fe, la firmeza de su fe, que a pesar de las dificultades que tenga que afrontar, persevere y permanezca.

El Obispo José Antonio Díaz les habló en su homilía de una manera particular a los jóvenes 

Esa volubilidad del pueblo se ha manifestado también a lo largo de la historia y también en situaciones y en contextos muy locales. Nosotros nos tenemos que reconocer así de volubles cada vez que exaltamos a determinadas personas y después denostamos y las crucificamos con nuestra crítica, con nuestra persecución. Y de hecho tenemos que reconocer que muchas veces esas alabanzas a Dios no son auténticas, son más bien mentirosas, porque en realidad no amamos a Dios por sobre todas las cosas, no lo honramos con nuestra vida, no lo seguimos con fe y cada vez que hay alguna dificultad con mucha facilidad cambiamos de orientación y en lugar de escuchar y obedecer lo que Dios pide y nos enseña, lo traicionamos.

En la pasión se notan muchas actitudes, muchas personas que intervienen en este relato, que no está todo el relato, pero son muchas las personas que aparecen, cada una con sus actitudes diversas. Aparece Jesús que está decidido a entregar su vida por nosotros, aparecen los apóstoles que le dicen que lo van a seguir y van a permanecer con él todo el tiempo y después lo traicionan, después lo abandonan, lo niegan. Aparecen los fariseos que están instigando para un juicio injusto, aparece Pilato representando a una justicia mentirosa, a una justicia acomodaticia. Aparece María, aparece Juan al pie de la cruz y hay unas mujeres que los acompañan.

Aparece el cirineo que lo ayuda a Jesús a llevar la cruz y con eso casi como que vemos nuestros rostros, pero en el rostro de Jesús podemos encontrar el rostro de todo hombre que sufre, porque en ese rostro sufriente del Señor podemos reconocer el dolor humano y en ese dolor humano casi como que lo vemos a diario, pasamos de largo, no nos detenemos, no nos damos una mano, no nos ayudamos y no valoramos a la persona que sufre. El rostro de Jesús aparece cotidianamente en nuestra casa, en el rostro de nuestra esposa, de nuestro esposo, de nuestros hijos, de nuestros padres. Aparece el rostro de aquel que incluso pudo ser una persona que cometió delitos, porque Jesús también perdona desde la cruz. Aparecen rostros no tan gratos, no tan agradables, que causaron mucho dolor a nuestra patria como conmemoramos en este día, el día dedicado a la memoria y a la justicia.

Se realizo la tradicional Bendición de Ramos en las afueras del templo, dando inicio a la Semana Santa 

Rostros de niños no nacidos que los vamos a conmemorar mañana, día del niño por nacer, y que tienen tanta dignidad como tantos

desaparecidos que no sabemos bien cuál es el número. Pero son rostros que nos cuestionan, son rostros que nos convocan, son rostros a los cuales los tenemos que abrazar y ayudar. Y así como nos conmovemos en un acto de piedad cuando rezamos el Viacrucis, podemos conmovernos también con la vida de algunas personas que no tienen casi para comer, en situación de pobreza y en situación de miseria. Rostros de personas, de hombres, de mujeres, de niños, de jóvenes, jóvenes golpeados por la droga.

Situación que a nosotros nos duele cada vez más y que Argentina está sufriendo cada vez más y nosotros lo vivimos a diario en nuestras ciudades. Esos rostros de personas sufrientes tienen que ser también los rostros que nos ayuden a descubrir el dolor de Jesús que nos ama hasta el extremo de dar la vida por nosotros. Por eso en esta semana vamos a tener este contraste entre el dolor y el amor, porque en el dolor de Jesús aparece el cuánto Dios nos ama, que nos ama tanto que entrega a su propio Hijo por nosotros. Por lo tanto será una semana para tomar los textos de la Sagrada Escritura, leerlos con detenimiento, tomar la pasión del Señor, cualquiera de los evangelios, y detenidamente ir mirando cuáles son esas actitudes que pueden llegar a estar caracterizándome a mí en particular, a cada uno.

Cuáles son esos rostros que yo puedo reconocer en el rostro del Señor y que me invitan a hacer el camino de la cruz, pero con la esperanza de la resurrección. Por lo tanto, esta semana es una buena oportunidad para encontrarme y abrazar a aquellos que quizás no tolero, me cuesta perdonar, me cuesta asumir, y es una muy buena oportunidad para abrazar al Señor abrazando al hermano, al hermano sufriente. Que estos días sean días de profunda reflexión para que podamos nosotros encontrarnos con el Dios que nos ama, y no sólo mirar la pasión que objetivamente se hizo en un momento de la historia, sino es esa pasión que se actualiza en cada Eucaristía porque Jesús da la vida nuevamente y se entrega como vida.

Se recordó el relato de la Pasión de Cristo en este domingo de Ramos dando inicio a la Semana Santa 

Yo soy la resurrección y la vida, yo soy el camino, la verdad y la vida, y es la vida que todos anhelamos, que todos buscamos. Que sean días entonces para parar un poco, para detenernos, para reflexionar, para pensar y para poder entender cómo estamos caminando, qué camino estamos haciendo, por qué trabajamos, por qué luchamos, por qué nos esforzamos, y especialmente a los jóvenes qué horizonte tienen, porque sin duda que una de nuestras mayores necesidades es volver a reconstruir nuestra patria desde los valores fundamentales. Y los jóvenes son fundamentales, jóvenes que piensen, jóvenes que tengan una profunda espiritualidad, jóvenes que estudien, que sean responsables, jóvenes que trabajen, que estén convencidos de que el medio para crecer es el trabajo y es el estudio y con seriedad puedan dedicarse a construir una sociedad más justa y más fraterna. Que la Virgen nos acompañe, nos ampare en este camino.