El Mundial de Tango consagró a sus nuevos ganadores en una final con el Obelisco como telón de fondo

El Mundial de Tango BA consagró a sus nuevos campeones. Las parejas que integran Sebastián Bolívar y Cynthia Palacios (en la categoría tango pista) y la que componen Ricardo Astrada y Constanza Vieyto (tango escenario) se quedaron con los premios mayores de esta edición.

Más allá de que el festival culmina este domingo, con mucha actividad programada, las finales del mundial suelen ser una especie de broche previo que se pone casi al cierre de cada edición, con competencia, nervios, público que aparece como hinchada y algunos interludios musicales que hacen amena la jornada, mientras el jurado delibera.

Sebastián Bolívar y Cynthia Palacios (en la categoría tango pista) y la que componen Ricardo Astrada y Constanza Vieyto (tango escenario)

En bambalinas, la directora Natasha Poberaj estaba en todos los detalles de la final y hacía un repaso de esta edición, en diálogo con LA NACION. “Lo que distingo de este año, respecto del anterior, es que estamos mucho más tranquilos. En 2021 teníamos muchas cuestiones protocolares de la pandemia que nos limitaban. Esta vez, si bien con los cuidados pertinentes, tuvimos otras libertades para poder vincularnos dentro del ambiente del tango que sigue siendo el ámbito de los abrazos”.

Ricardo Astrada y Constanza Vieyto, campeones en la categoría Tango Escenario

Por otra parte, en su segundo año como directora, Poberaj señalaba que se hizo hincapié en la federalización del festival y mundial: “Pensamos en la federalización de los espacios en la Ciudad de Buenos Aires y toda nuestra nación se ha visto representada en las preliminares. En las instancias previas de la competencia del mundial. También desde las convocatorias previas para el armado de la programación artísticas. Porque desde ahí hemos tomado alrededor del setenta por ciento de las propuestas artísticas que participan este año. Y vamos por más”.

La maratónica jornada había comenzado a las 16, en torno al escenario montado en la Diagonal Norte, con el Obelisco como telón de fondo. Luego de un par de años con restricciones por la pandemia, recién en esta edición se recuperó el clima que se solía vivir en las clásicas finales del Luna Park o en las milongas a cielo abierto que se realizaban en los primeros años del festival. El baile siempre estuvo sobre el escenario. Será que con tan buenos bailarines, el público (con mucha audiencia milonguera) prefirió mirar a bailar. No se armaron grandes milongas de taco y asfalto en esos momentos en que no había competencias y las orquestas tocaban en vivo.