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Mons. Díaz: No hay nada mejor para un manipulador que una sociedad con individuos aislados e inconexos

Se nos vienen tiempos particularmente más difíciles por lo que se ve y no por ser profeta de calamidades, el Obispo José Antonio Díaz, afirmó que el que se aísla es mucho más vulnerable a la manipulación que aquel que vive en contextos de comunión.

RELIGION 07 de abril de 2024Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
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Segundo Domingo de Pascua y día de la Divina Misericordia, vivir en comunidad y promover las obras de misericordia.

Homilía de Monseñor José Antonio Díaz, Misa del segundo domingo de Pascua. Día de la Divina Misericordia. 

Queridos hermanos, en este segundo Domingo de Pascua instituido por el Papa San Juan Pablo II celebramos también el Domingo de la Divina Misericordia. Bajo la inspiración que el Señor le da a San Faustina Kowalska que hace descubrir en el corazón de Jesús las maravillas de la gracia. Y esto para nosotros es altamente significativo sobre todo porque es sólo por la gracia de Dios con la multiplicidad de formas que adquiere que somos enriquecidos para el servicio. Toda comunidad cristiana tiene un sinnúmero de gracias derramadas por Dios para ponerlas al servicio. Y nosotros sólo en un contexto comunitario podemos descubrir toda esa riqueza y ponerla a trabajar en bien de los hermanos.

Y en este Domingo aparece la figura de la comunidad enriquecida por la gracia del Resucitado en la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles en donde se dice que la multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Que nadie consideraba los bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. Que lo ponían en común para que nadie pasara necesidad. Si bien es cierto que hay una gran diferencia entre lo que es hoy una comunidad cristiana por su extensión y cantidad de personas y en ese momento eran grupos reducidos de personas, sin embargo, el ideal de una iglesia-comunidad es que nadie quede afuera. Que todos sean incluidos, que todos se sientan aceptados. Por eso el contexto comunitario es en este segundo Domingo de Pascua una de las claves para entender qué es lo que Dios nos quiere dejar como mensaje.

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El ideal de una iglesia-comunidad es que nadie quede afuera. Que todos sean incluidos, que todos se sientan aceptados. Explico el prelado durante su homilía  

En un contexto de globalización en donde se barren las identidades locales en gran medida y se impone una cultura mediática programada a altos niveles, a nivel mundial nosotros necesitamos resguardar los valores que fundamentan nuestra convivencia social, nuestra convivencia fraterna. Como país, siendo un país mayoritariamente cristiano, católica, necesitamos resguardar esos valores fundamentales. Y uno de esos valores fundamentales es la condición de ser una comunidad, no una masa. No una masa que es llevada de un lado para otro por los vientos de los medios de comunicación social o ciertos liderazgos a nivel nacional o mundial. Ser una comunidad significa un ámbito en donde nosotros nos podamos reconocer hermanos y un ámbito en donde cada uno se sienta reafirmado en su condición de persona, identificado por sus cualidades personales, es decir, una identidad personal en relación con otros.

No una identidad personal aislada del resto, sino una identidad personal que se explica en un contexto de comunión social y de comunión eclesial. Es notable como ha avanzado la mentalidad individualista en nuestros países. Y nosotros estamos propensos también a hacerlo, porque pasamos de fanatismos, de fanatismo en fanatismo, y en definitiva una comunidad contiene y piensa, una comunidad nos tiene que hacer pensar, porque es en el encuentro, en el contexto de diálogo interpersonal cuando nosotros nos enriquecemos. Por eso una de las condiciones para ser plenamente feliz no es el aislamiento individualista, sino el ámbito de relación fraterna y de comunidad. Eso lo dicen los sociólogos, los psicólogos y los estudios que se hicieron en relación a cuáles son las condiciones más favorables para que una persona sea más plena y más feliz, justamente el contexto comunitario. No sólo por la protección, sino por el desarrollo humano que sólo es posible en este contexto de diálogo y de interrelación.

El que se aísla es mucho más vulnerable a la manipulación que aquel que vive en contextos de comunión. Esto está a la vista y cuando nosotros avanzamos en la educación, en la línea del individualismo, dejamos más propensos a nuestros niños, a nuestros adolescentes y jóvenes a que sean absorbidos por gente muy entrenada para manejar las conciencias y sobre todo para orientar la vida de la gente. Hay gente que estudia para esto y es gente contratada por grandes empresas. Y no hay nada mejor para un manipulador que una sociedad con individuos aislados e inconexos.

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Instituido por el Papa San Juan Pablo II celebramos también el Domingo de la Divina Misericordia. Bajo la inspiración que el Señor le da a San Faustina Kowalska que hace descubrir en el corazón de Jesús las maravillas de la gracia. Relató el Obispo José Díaz. 

Esto ya lo sabemos, nada más que siempre hay que repetirlo porque nosotros también como cristianos, católicos, muchas veces hemos dejado avanzar esta oleada de individualismo desintegrador, desvinculante, que no nos permiten crecer en fraternidad. Y extrañamos en ámbitos eclesiales especialmente esos ámbitos de comunidad en donde cada uno se sienta, como decíamos al principio, bien recibido, valorado, alentado, etc. Incluso en el seno de nuestras familias ha crecido esta oleada individualista favoreciendo a que cada uno en el ámbito familiar en el que vive no sea más que un cúmulo de personas bajo un mismo techo, pero desvinculados totalmente. Por eso la necesidad de volver la mirada sobre este texto de las primeras comunidades cristianas y también sobre el Evangelio porque Tomás no estaba en la comunidad cuando llegó Jesús por primera vez. Con lo cual se perdió lo más hermoso que fue el primer encuentro de los apóstoles con el Señor en donde el mismo Señor les hace ver su propia condición de resucitado con las marcas de la crucifixión.

Y en ese mismo momento Él les da su espíritu y los envía a predicar el Evangelio y a perdonar los pecados. Luego, ocho días más tarde, aparece Jesús de nuevo y como Tomás había dicho que, si Él no veía, no creía, si no tocaba, no palpaba, no creía, entonces el Señor lo invita a que haga la experiencia de tocar y de palpar. Y Él, postrándose ante Él, seguramente, aunque no lo dice el texto, dice Señor mío y Dios mío, que es lo que nosotros decimos cuando luego de la consagración elevamos la hostia y el cáliz. Señor mío y Dios mío, reafirmamos a nuestro Señor y a nuestro Dios. Para nosotros esto es muy importante porque vale la pena recordar que Jesús nos dijo donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo. Como diciéndonos manténganse en comunión, manténganse en unidad. Si queremos conocer al Señor necesitamos vivir en comunión. No se puede vivir la fe cristiana sin comunión los unos con los otros. Por eso en el Domingo de la Divina Misericordia uno tiene que propagar las obras de misericordia que son las obras que muestran que nuestra fe no está desvinculada de la realidad y de la necesidad concreta del hermano.

Sobre todo, en este tiempo que es un tiempo particularmente difícil en el que se tiene que hacer notar que la comunidad cristiana es una comunidad sensible, una comunidad que no solo mira las necesidades, sino que es una comunidad que se compromete con algunos en particular, no nos podemos hacer cargo de todos, pero si cada uno se hiciera cargo de alguien seguramente esa gente más carenciada, más necesitada, más pobre no la pasaría tan mal. Se nos vienen tiempos particularmente más difíciles por lo que se ve y no por ser profeta de calamidades, pero esto no hace falta observar demasiado para darnos cuenta la orientación de los acontecimientos. Todos necesitamos prepararnos para momentos difíciles y estamos hablando de situaciones de guerras a nivel mundial estamos hablando de desórdenes en el orden natural, estamos hablando de carestías pronunciadas en el ámbito socioeconómico del país y todos necesitamos hacer notar que somos una comunidad y lo que caracteriza a una comunidad es la calidad de sus vínculos, no que tenemos contactos simplemente yo tengo una base de datos y ya es suficiente, no, no es eso. Hace falta una calidad de vínculo que me haga ver que el otro es mi hermano, que somos hijos de un mismo padre que somos una familia.

Que este domingo nos sirva especialmente para reforzar nuestras dudas, esas dudas que tuvo y que le ganó a Tomás para que nosotros podamos acercarnos al resucitado, escuchar el testimonio de otros reafirmar nuestra fe y convertirnos en evangelizadores, pero no de un modo solitario, aislado, sino como comunidad. Ojalá que cada comunidad parroquial y cada comunidad barrial y mi ámbito familiar sea una verdadera querencia en donde uno pueda volver y pueda volver siempre sabiendo que ahí va a encontrar calor va a encontrar cobijo, protección, aliento, porque para eso el Señor nos ha llamado para ser una auténtica comunidad cristiana. Que la Virgen nos acompañe en esta tarea.

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Misa del segundo domingo de Pascua y día de la Divina Misericordia, celebrada por el Obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción, en la Iglesia Catedral de Concepción 

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