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¿Qué buscamos cuando lo seguimos o lo buscamos a Jesús? ¿Qué buscamos en Él? ¿Qué buscamos cuando venimos a misa?

El Vicario de la Diócesis de la Santísima Concepción, Padre Fabian Brito, en su homilía reflexionó sobre la historia de la multiplicación de los panes y hace hincapié en que Jesús es el pan de vida que satisface todas nuestras necesidades más profundas.

RELIGION 04 de agosto de 2024Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
Misa 3
Padre Fabián Brito, Vicario de la Diócesis de la Sanísima Concepción .

Hemos compartido la misa el domingo pasado. Ustedes recuerdan que se nos anunciaba el Evangelio donde Jesús había multiplicado los panes y había dado de comer a una multitud. Se hablaba de cinco mil hombres. Y no solamente habían alcanzado, habían comido hasta saciarse, sino además también habían sobrado doce canastas, decía ahí el Evangelio. Viendo este hecho tan prodigioso, todos querían hacerle rey a Jesús.

Pero Jesús se va a esconder entre la multitud, va a tomar una barca y se va a ir a la otra orilla del mar, a la ciudad de Cafarnaún. Era la ciudad donde habitualmente Él estaba, ahí vivía Pedro, se alojaba en la casa de Pedro. Y la gente cuando se da cuenta que Jesús se va a Cafarnaún, así que ellos también toman sus barcas, algunos van a rodear el mar y van a llegar a donde estaba Jesús, lo buscan ahí. Y cuando lo encuentran en Cafarnaún, le dicen, Señor, Maestro, ¿cuándo llegaste? Jesús no les responde esa pregunta, sino más bien, seguramente con cierta decepción, les va a reprochar, Ustedes me buscan no porque vieron un signo, sino porque comieron pan hasta saciarse.

Misa 2La celebración de la Eucaristía como cada domingo tiene una participación de niños y jóvenes  

Traducido sería, Ustedes me buscan para que les dé de comer. Esto es lindo que nosotros nos detengamos a pensar un momentito, que cada uno pueda resonar esta pregunta en nosotros. ¿Qué buscamos cuando los seguimos o los buscamos a Jesús? ¿Qué buscamos? ¿Qué buscamos en Él? ¿Qué buscamos cuando venimos a misa? ¿Qué buscamos cuando venimos a la iglesia? ¿Qué buscamos? Bueno que nos preguntemos eso, ¿no? Porque nos puede pasar que por ahí buscamos algo en un lugar donde no vamos a encontrar. O por ahí nos puede pasar que tengamos ciertas motivaciones un tanto equivocadas, distorsionadas, y bueno, en un cierto momento, que purifiquemos nuestras motivaciones, nuestras búsquedas.

¿Qué buscamos? ¿Qué queremos? ¿Qué queremos de Jesús? ¿Qué buscamos en Él? El Evangelio dice que, eso luego de reprocharle esto, le va a hacer una recomendación. Dice, no busquen el alimento perecedero, no trabajen por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la vida eterna. Ese que les dará el Padre, a través del elegido que sería Jesús, aquel que Él ha enviado. Entonces ellos le preguntan, ¿qué tenemos que hacer para hacer las obras de Dios? ¿Qué tenemos que hacer para recibir ese pan? Y Él dice que tienen que creer en Él, creer en el que el Padre ha enviado. Pero ahí ellos le reprochan de algún modo, bueno, pero ¿qué es lo que haces para que nosotros creamos? Y les recuerdan aquello que sucedió en el Antiguo Testamento, que hemos escuchado en la primera lectura, como Moisés le había dado de comer a una multitud el pan del cielo. Jesús les va a decir que el Padre les da el verdadero pan del cielo. ¿Qué les va a dar el pan del cielo? Bueno, le dicen, danos ese pan.

Y ahí viene la gran revelación. Yo soy el pan de vida, va a decir Jesús. ¿Recuerdan ustedes? Todo comenzó con la multiplicación de los panes y que le dio de comer a la multitud y todo termina en esta revelación que hace Jesús. Yo soy el pan de vida. A ver, lo digamos juntos. Yo soy el pan de vida. Jesús es el pan de vida. Jesús es aquel que viene a saciar todas nuestras necesidades. Aquel que viene a colmar todas nuestras expectativas. Aquel que viene a satisfacer nuestras necesidades más hondas.

Misa 1La celebración de la Eucaristía como cada domingo tiene una participación de niños y jóvenes  

Ese es Jesús, el pan de vida. Ahora bien, aquí tenemos algunos problemas para descubrir esto. Primer problema que tenemos es que todos o la mayoría nos pasa que buscamos en Jesús lo que buscaba aquella multitud. Que le diera el pan para el día. Que le resolviera este problema. Que le hiciera este milagro. Y una vez que resuelven eso, que recogen eso, que reciben eso, se van. No vuelven más. Aquí están muchos chicos que están en la catequesis de la parroquia. Los chicos vienen a recibir la comunión, la confirmación. Pero también, por más que reciban a Jesús en la Eucaristía o reciban el Espíritu Santo con sus dones en la confirmación, lo que suele pasar es que recibimos eso y nos vamos. No los vemos más. No se crea este vínculo entre Jesús vivo y nuestros niños y sus familias para seguir caminando juntos en la Iglesia. Es lindo que nosotros también podamos preguntarnos si a veces no buscamos en el Señor solamente que nos resuelva el problema del momento y no necesitamos más de él y no buscamos otra cosa. El problema está en que el Señor ha venido a darnos vida y vida eterna, no solamente eso. ¿Está mal que busquemos que el Señor nos resuelva el problema de hoy o nos ayude a resolver tal situación? No está mal. Por supuesto que no está mal. Lo que está mal es creer que solamente eso puede resolver y buscar solamente eso, conformarnos con poco. Eso es poco.

Jesús viene a darnos mucho más. Jesús viene a darnos vida eterna, vida plena. Eso viene a darnos Jesús. Pero a veces nosotros nos conformamos con esto y nada más. Y no caminamos en la vida con él. Solamente esto y me voy. Primer problema. Buscamos lo que podríamos llamar así o identificar la salvación temporal pero no la salvación eterna. El segundo problema que podríamos pensar partiendo de esta palabra es que nosotros identificamos las necesidades cotidianas. Necesitamos comer, vestirnos, curarnos si nos enfermamos. Eso lo identificamos inmediatamente y trabajamos y buscamos resolver y satisfacer esas necesidades.

Pero hay otras necesidades que las personas tenemos que son más profundas, son más hondas, son más grandes. Todos queremos ser felices. Todos queremos una vida plena. Todos queremos vivir la vida con un sentido profundo. Todos. Todos queremos ser consolados. Todos queremos ser sanados de nuestras heridas. Todos. Todos queremos encontrar un sentido a las cosas que nos pasan, que vivimos. Todos. Jesús es quien nos va a satisfacer esas necesidades.

Él es el pan de la vida. Él es el que nos va a hacer felices. Él es el que va a llenar de alegría el corazón. Él es aquel que va a consolar lo más profundo de mi alma. Él es aquel que va a curar mis heridas más hondas. Jesús. Jesús vivo. ¿Qué hay que hacer? Creer en Él. Recibirlo a Él.

Creer que Él está vivo. Creer que está en mi corazón. Y que Él va a satisfacer lo más profundo que hay en mí. Cuando más honda, más profunda o más grande es mi necesidad, Jesús es el pan de vida. El pan que nos da la vida y que satisface todo eso. Y ahí viene un tercer problema. Que nosotros buscamos satisfacer eso en otros lugares que después nos dejan vacíos, nos dejan tristes. Y no en Jesús. Y no pensemos solamente aquellos que en algún momento en la vida buscan satisfacer o compensar sus necesidades con el placer, con los vicios, con la mala vida. Sino además también aquellos que buscamos, a veces hasta con buena intención, satisfacer esas necesidades hondas por ahí, en ciertas magias, en ciertos curanderismos o en ciertos métodos de oración extraordinarios que después me dejan vacío.

MisaEl diacono permanente José Medinas, leyó el evangelio del día domingo.  

Porque no me llevan al encuentro con Jesús. Por ahí me llevan al encuentro de mis necesidades, una cosa intimista, pero no me encuentran con Jesús. Jesús es el pan de vida. Y es muy fácil. Simplemente hay que creer, simplemente hay que aceptarlo, simplemente hay que recibirlo en el corazón. Yo los animo a que pensemos en primer lugar, cuáles son nuestras necesidades, que pensemos en que en la satisfacción de esas necesidades cotidianas, Dios está luchando con nosotros. Este es Jesús. Pero además también, sobre todo, para lo más profundo, lo más hondo que hay en el corazón de cada uno, Jesús es el pan de vida. Y encontrándonos con Él, vamos a poder satisfacer todas esas necesidades. Vamos a poder ser felices. Parece como que es fácil decirlo, pareciera ser como que, bueno, nos cuesta creer en esto.

Cuando uno va por ahí recorre la ciudad, ve a muchas comunidades evangélicas que los sábados a la tarde, los domingos, hay mucha gente y todos gritan así, proclaman y gritan. Jesús es la alegría y todos gritan sí, Jesús es la alegría. Jesús es la felicidad de nuestra vida y todos dicen lo mismo. Es cierto, pero no sólo para ellos, sino también para nosotros. No lo decimos así, no lo expresamos de esta manera, tenemos otra manera. Pero Jesús es el que nos da la felicidad plena. Es Jesús. Aún en medio de muchas dificultades, necesidades, ojalá lo busquemos a Jesús para ser felices, porque lo vamos a lograr ser. Vamos a obtener esa felicidad y ese gozo profundo. Vamos a ponernos de pie, vamos a profesar nuestra fe. 

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