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La incoherencia entre lo que decimos y hacemos, debemos superar para ser verdaderos testigos de la presencia de Dios en el mundo

El Obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción, José Antonio Díaz, nos invita a reflexionar sobre la pureza del corazón y la importancia de alinearnos con la voluntad de Dios en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones.

RELIGION 31 de agosto de 2024Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
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El Obispo de la Diócesis, José Antonio Díaz, nos invita a reflexionar sobre la pureza del corazón.

 "Homilía" de Mons. José Antonio Díaz: 

Queridos hermanos, el Evangelio de este Domingo XXII que la Iglesia nos presenta nos invita a reflexionar sobre el corazón, un corazón puro o un corazón impuro, en qué consiste la pureza o la impureza del corazón. Y una de las bienaventuranzas es justamente, bienaventurados los que tienen el corazón puro porque verán a Dios. Y tener el corazón puro, decía un autor, tiene que ver con la coincidencia de los sentimientos de la persona con el querer de Dios, nuestro querer con el querer de Dios. Cuando uno está alineado y está empapado de la pureza del amor de Dios, uno educa el corazón de tal manera que lo orienta en el sentir, en el pensar, en el querer, en el hacer, según la voluntad de Dios, que es la lucha que todos tenemos de una manera permanente y a lo largo de toda la vida. 

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Educar el corazón implica rechazar la mundanalidad, trabajar la interioridad y buscar una religiosidad auténtica que se refleje en nuestras acciones. 

Querer lo que Dios quiere, hacer lo que Dios me pide, lo que Él me manda de la manera que Él lo quiere, del momento oportuno, del momento que Él lo desea. Educar el corazón en ese sentido implica poner la mirada, poner el enfoque en eso que Dios quiere. Por eso el Señor cuando nos enseña a rezar al Padre nuestro, lo primero que nos enseña a pedir es que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Que sea santificado su nombre, que venga a nosotros su reino y que El Evangelio de este Domingo nos invita a reflexionar sobre la pureza del corazón y la importancia de alinearnos con la voluntad de Dios se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Con lo cual estamos queriendo desde la oración y lo primero que queremos pedir es que nuestra vida sea conforme a la voluntad de Dios. Preguntarnos de un modo permanente si esto es verdaderamente lo que Dios quiere es una manera de educar el corazón. Y con ello educamos también nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestra lengua, nuestra manera de obrar, nuestra manera de relacionarnos y de vincularnos están moldeados de acuerdo a Jesús que nos ha mostrado y por eso Él ha querido hacerse hombre para ser visible el querer de la voluntad de Dios y tratar de imitarlo en todo lo que nosotros podamos. obispo 3

El Evangelio de este Domingo nos invita a reflexionar sobre la pureza del corazón y la importancia de alinearnos con la voluntad de Dios. 

En esta tarea de educar el corazón requiere de un esfuerzo constante y permanente por rechazar todo aquello que es mundano, puramente mundano, pero contaminándonos de esa mundanidad que el corazón muchas veces copia o el corazón se apega a determinadas formas que tienen que ver con la cultura y con la sociedad y sin darnos cuenta nosotros empezamos también como los chicos que comienzan a repetir cosas que ni siquiera entienden y después se van afianzando en su manera de hablar, en su manera de proceder no conforme a lo que Dios quiere sino conforme al mundo. Y esta tarea de ir fijándonos a ver si nuestra religiosidad no es simplemente una pura exterioridad vacía, es la invitación que les hace el Señor a los fariseos hipócritas. Bien profetizó de ustedes Isaías en el pasaje que dice Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde en culto. Las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Y con esto nos está diciendo que hay que buscar para ser auténtico, para tener un corazón puro, hay que buscar trabajar la interioridad. Trabajar la espiritualidad. 

Trabajar ese ámbito interior de cada uno de nosotros en donde se van concibiendo pensamientos, proyectos, ideas, pero también sentimientos, pasiones, reacciones. Y eso brota de adentro como el mismo Señor lo hace notar respecto de donde salen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas esas cosas que proceden de la interioridad son las que verdaderamente nos manchan, porque están en un sentido contrario al querer de Dios. Volver a educar el corazón, volver a trabajar la interioridad y convertirnos en auténticos cristianos, significa tomar en serio esto de educar el corazón. Creo que vale la pena pensar en qué medida nosotros estamos imitando al corazón de Jesús. Por eso Santiago cuando les dice en su carta que la religiosidad pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas cuando están necesitados y no contaminarse del mundo, está interpretando justamente esto. Y el texto del Deuteronomio que hemos escuchado en la primera lectura pone a la ley como el molde sobre el cual nosotros construimos nuestra espiritualidad y nuestra religiosidad. 

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La incoherencia entre lo que decimos y hacemos debemos superar para ser verdaderos testigos de la presencia de Dios en el mundo. 

El mundo necesita de una religiosidad auténtica y la gran crítica que se nos hace a nosotros es que por un lado decimos y por otro lado no hacemos. Que la palabra no está ligada con las obras y por esa razón también vamos permitiendo que la incoherencia ha ganado en nuestra vida y la Iglesia en lugar de ser un testimonio claro de la presencia de Dios se va convirtiendo de a poco como en un ámbito que permite que esta maleza de la incoherencia, del fariseísmo vaya creciendo entre nosotros. Le pidamos al Señor que toda nuestra vida hable de Dios y que lo que nosotros podamos decir y hacer tengan un profundo sentido espiritual. No cedamos a la mediocridad, a la chatura y a esa especie de vida vacía, sin sentido que da lugar a que de pronto fácilmente nos convirtamos en imitadores o repetidores de un mundo que ha perdido el sentido y que dice cosas sin sentido y que busca realidades que no satisfacen y que no llenan y que al contrario más bien provocan esa sensación de vacío que es propio del vacío de Dios en el fondo. Que la Virgen nos acompañe, quienes van a recibir hoy la misio tienen esta tarea por realizar en su vida, como todos los cristianos, pero de un modo especial ustedes que van a tener que ser reflejo de la presencia de Dios ante los niños y ante los adolescentes y jóvenes. Que así sea.

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