Mons. Díaz: “Es vital hablar sobre temas como el narcotráfico con los hijos, fomentando un ambiente de confianza y prevención”

Ahora que estamos celebrando el Día del Padre es muy oportuno recordar que la figura paterna es muy importante en el desarrollo humano de la persona. La figura paterna pone un sello de su carácter, de su firmeza, de su seguridad, no para imponer sino para trabajar en el mismo espíritu que el Papa Francisco nos ha enseñado con tres años del sínodo sobre la sinodalidad en una forma de conducir mediante la escucha, mediante el diálogo, mediante el encuentro con el otro, y eso educa. Vamos progresando porque hoy en día eso se entiende mejor. 

En su momento, años atrás, la educación obedecía a la letra con la sangre entra, como decían algunos. Es decir, había que presionar de tal manera para que los conocimientos se asumieran casi por la fuerza, incluso por temor al castigo. Hoy en día sabemos que uno puede comprender mucho mejor cuando hay diálogo, cuando hay encuentro, cuando el ámbito en el que aprendemos es un ámbito de confianza y un ámbito que ayuda al desarrollo de la persona. El Papá es muy importante en ese sentido. El Papá tiene que estar presente, no puede estar ausente. El Papá tiene que hablar con los hijos, no puede quedarse callado. El Papá tiene que preguntarles a los hijos cómo les va, cómo están, qué hacen, con quién salen, adónde va. Y ese tipo de cosas tiene que ver no con el control, sino con el afán de decirle al otro, me importa lo que te pase, me importa lo que te pase, no me es indiferente. 

Ahora que estamos celebrando el Día del Padre es muy oportuno recordar que la figura paterna es muy importante en el desarrollo humano de la persona. La figura paterna pone un sello de su carácter, de su firmeza, de su seguridad, no para imponer sino para trabajar en el mismo espíritu que el Papa Francisco nos ha enseñado con tres años del sínodo sobre la sinodalidad en una forma de conducir mediante la escucha, mediante el diálogo, mediante el encuentro con el otro, y eso educa. Vamos progresando porque hoy en día eso se entiende mejor. 

En su momento, años atrás, la educación obedecía a la letra con la sangre entra, como decían algunos. Es decir, había que presionar de tal manera para que los conocimientos se asumieran casi por la fuerza, incluso por temor al castigo. Hoy en día sabemos que uno puede comprender mucho mejor cuando hay diálogo, cuando hay encuentro, cuando el ámbito en el que aprendemos es un ámbito de confianza y un ámbito que ayuda al desarrollo de la persona. El Papá es muy importante en ese sentido. El Papá tiene que estar presente, no puede estar ausente. El Papá tiene que hablar con los hijos, no puede quedarse callado. El Papá tiene que preguntarles a los hijos cómo les va, cómo están, qué hacen, con quién salen, adónde va. Y ese tipo de cosas tiene que ver no con el control, sino con el afán de decirle al otro, me importa lo que te pase, me importa lo que te pase, no me es indiferente. 

Alberdi y la problemática del narcotráfico 

En estos días hemos estado reflexionando, cosa que vamos a leer ahora luego de la homilía, hemos estado reflexionando en la diócesis acerca de un acontecimiento que es de todos conocidos, que ha sucedido en Alberdi y que ha puesto de manifiesto una serie de problemas personales, institucionales en relación con el narcotráfico. El avance del narcotráfico solo es posible en la medida en que quienes estamos de alguna manera trabajando, ejerciendo paternidad, cuidado de los otros, miramos para otro lado y a pesar de que vemos cómo suceden las cosas no decimos nada. Y en ese afán por decir algo, por lo menos, en la diócesis hemos hecho un mensaje que me parece que es importante tenerlo presente y decirlo y hablarlo, eso implica sentarnos y decirle a tu hijo qué piensas de la droga, vos seguramente conoces por ahí. Lo primero que tenemos que lograr es que los hijos no prueben la droga, es el primer acto de prevención. 

El segundo es que, si les ha pasado que lo puedan hablar, puedan pedir ayuda a tiempo, porque puede suceder que llegue un momento en que el consumo ya no tenga vuelta atrás. Y en eso tendremos que hacer un acompañamiento mucho más intenso. Por eso en el Día del Padre, en el Día de la Santísima Trinidad, aprendamos el ejercicio de la paternidad desde esta óptica sinodal que el Papa Francisco nos ha enseñado y que implica que en la familia nos sentemos frecuentemente a hablar de nuestros problemas y acostumbrarnos a compartir y a tener confianza para decir las cosas, porque la procesión va por dentro y si no tenemos este ejercicio cotidiano de hablar entre nosotros seguramente no nos vamos a enterar de lo que le está pasando a los demás. El Sagrado Corazón de Jesús, a quien estamos celebrando en este mes, nos ayude a cultivar estos sentimientos de amor que nos permitan crecer en comunión, en familia y en la comunidad.

En estos días hemos estado reflexionando, cosa que vamos a leer ahora luego de la homilía, hemos estado reflexionando en la diócesis acerca de un acontecimiento que es de todos conocidos, que ha sucedido en Alberdi y que ha puesto de manifiesto una serie de problemas personales, institucionales en relación con el narcotráfico. El avance del narcotráfico solo es posible en la medida en que quienes estamos de alguna manera trabajando, ejerciendo paternidad, cuidado de los otros, miramos para otro lado y a pesar de que vemos cómo suceden las cosas no decimos nada. Y en ese afán por decir algo, por lo menos, en la diócesis hemos hecho un mensaje que me parece que es importante tenerlo presente y decirlo y hablarlo, eso implica sentarnos y decirle a tu hijo qué piensas de la droga, vos seguramente conoces por ahí. Lo primero que tenemos que lograr es que los hijos no prueben la droga, es el primer acto de prevención. 

El segundo es que, si les ha pasado que lo puedan hablar, puedan pedir ayuda a tiempo, porque puede suceder que llegue un momento en que el consumo ya no tenga vuelta atrás. Y en eso tendremos que hacer un acompañamiento mucho más intenso. Por eso en el Día del Padre, en el Día de la Santísima Trinidad, aprendamos el ejercicio de la paternidad desde esta óptica sinodal que el Papa Francisco nos ha enseñado y que implica que en la familia nos sentemos frecuentemente a hablar de nuestros problemas y acostumbrarnos a compartir y a tener confianza para decir las cosas, porque la procesión va por dentro y si no tenemos este ejercicio cotidiano de hablar entre nosotros seguramente no nos vamos a enterar de lo que le está pasando a los demás. El Sagrado Corazón de Jesús, a quien estamos celebrando en este mes, nos ayude a cultivar estos sentimientos de amor que nos permitan crecer en comunión, en familia y en la comunidad.