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Jubileo Diocesano de las Comunicaciones: “Hoy en día, gracias a la tecnología, todos podemos ser comunicadores de buenas noticias”

Estamos llamados a ser esos comunicadores en una sociedad que ha perdido el rumbo o ha optado por vivir en la posverdad, es decir vivir en el engaño, afirmó el obispo José Antonio Díaz. En la Misa de clausura del Jubileo Diocesano del mundo de las Comunicaciones.

RELIGION 01 de junio de 2025Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
Obispo Monseñor José Antonio Díaz misa catedral
El obispo José Antonio Díaz celebró la Misa de clausura del Jubileo del mundo de las Comunicaciones en la Diócesis

Homilía de Mons. José Antonio Díaz, en la Misa de clausura del Jubileo Diocesano del mundo de las Comunicaciones. 

Amados hermanos, estamos celebrando esta jornada mundial de las comunicaciones sociales instituida por voluntad expresa del Concilio de Vaticano II, el Papa Pablo VI, lo inició. Para nosotros es todo un desafío poder entender la vocación. Es una vocación favorable porque es el mismo Señor que una vez concluida su tarea, por obediencia al Padre, envía a la Iglesia, a todas las naciones a predicar el Evangelio. Y las comunicaciones sociales tienen que ver primordialmente con este envío. Nosotros comunicamos lo que hemos visto, lo que hemos oído, lo que Dios nos ha revelado, lo que hemos experimentado internamente, lo que hemos podido constatar en la historia. Y en esa observación contemplativa hemos descubierto contenidos que comunicamos. 

Obispo Monseñor José Antonio Díaz misa catedralMons. José Antonio Díaz, en la Misa de clausura del Jubileo Diocesano del mundo de las Comunicaciones. 

El ser humano es hijo de Dios, criatura de Dios, hecho a imagen y semejanza de Dios. Y Dios es amor. El amor es difusivo por sí mismo. El amor comunica, comunica el bien, busca el bien y comunica el bien. El que ama hace el bien y vence al mal con el bien. De hecho, somos esencialmente buenos, pero en algún momento de la historia el ser humano se perdió, se equivocó y ese error le costó la armonía, le costó que su bondad brotara naturalmente. Al punto que llegamos a este momento de la historia en que los pensamientos y los sentimientos de bondad no son los primeros que salen. Salen más bien los cálculos mezquinos, salen las sospechas, salen las insidias, las mentiras. Y todo esto se refleja cada vez que nosotros ponemos en duda la verdad que el otro me comunica o lo que el otro dice o lo que el otro comparte. Por eso el Papa Francisco firmó un mensaje en enero y nos invitaba a desarmar la comunicación. Y en esto los invito a que hagamos ejercicio de memoria para ver cómo nosotros todos los días estamos siendo conducidos a cierta animosidad en contra de un sector o en contra de otro, en contra de una persona o en contra de otra. 

Y el periodismo siempre está buscando esto de generar una atención y una atención un tanto malsana porque siempre estamos calculando a ver quién ganó y quién perdió. Y hasta qué punto se alcanzó a humillar a esa persona a la cual vienen persiguiendo quizás o tal vez a ese sector con el cual nos quieren enfrentar. Y en ese sentido tiene mucha razón, tenía mucha razón el Santo Padre cuando nos invitaba a desarmar la comunicación. Es decir, a quitarle esas armas de violencia para darnos la oportunidad entre nosotros de comunicar desde la mansedumbre, desde la paz interior, con objetividad, con la verdad y también con la belleza. El comunicador brota, saca de sí lo mejor que tiene cuando tiene una buena intención. Por eso las buenas noticias no se conocen. En realidad, pareciera ser que todo tiene que ir mal porque tenemos que estar hablando mal de alguien, no podemos estar hablando bien de nadie. Por eso en esta jornada de las comunicaciones es bueno recordar que todos somos comunicadores porque somos hijos de Dios que es el gran comunicador. El que ha comunicado y ha plasmado en las cosas su propio ser, el que nos ha dado la belleza de la naturaleza en la cual él quiso plasmar su ser. 

Y por esa razón el contemplativo o un contemplativo como San Francisco de Asís logró descubrir la belleza de Dios en la belleza de la naturaleza. Y nosotros necesitamos ser comunicadores que generen la belleza de la armonía propia de aquellos que viven en paz, que no tienen animosidad los unos contra los otros. Que están buscando que la otra persona sea rescatada y resaltada en el bien que posee, en el bien que ha comunicado y por esa razón necesitamos cambiar la pedagogía. Hemos crecido bajo un sistema educativo tanto en el ámbito familiar como en el ámbito escolar en donde se resaltaba siempre el error antes que el acierto. Y siempre estábamos temerosos porque no vaya a ser que me equivoque y entonces yo me ligue un reto o una amenaza o una penitencia o lo que sea. Y esto nosotros lo venimos trayendo desde generaciones y generaciones. Y el ser humano para que saque de sí lo mejor que tiene necesita experimentar en primer lugar que es amado. Eso se traduce en que es valorado. Entonces cuando en una conversación yo estoy debatiendo sobre un tema o intercambiando ideas, lo primero que tengo que decirle es tener razón en esto, tener razón en esto otro. Qué bueno lo que estás diciendo porque esto me hace mucho bien escucharlo, te agradezco por lo que me acabas de decir. Y no estar pensando a ver de qué manera yo voy a decir algo que supere lo que el otro dijo sin haber hecho un reconocimiento de bondad en lo que el otro dijo. Por eso la dinámica de la comunicación es la dinámica del diálogo, pero de un diálogo amoroso. Dios es amor y las tres personas divinas se comunican amorosamente. Y ahora que vamos a celebrar Pentecostés vamos a experimentar el don del espíritu en cada uno de nosotros y necesitamos pedirle que nos devuelva esa bondad original que nosotros hemos perdido porque hemos caído en el error. En el error de no decir, de no buscar la verdad desde el amor. Para cómo vivimos en un contexto de, como les llaman a algunos, de post-verdad en donde sin vergüenza diríamos, sin ruborizarse siquiera, algunos usan la comunicación para mentir, para manipular. Y hay toda una sociedad que está escuchando los noticieros y lo está haciendo como una, otorgándole a lo que se dice en los contextos comunicacionales una confianza que antes se ponía en un dogma de fe. Y muchos de los que hacen esto buscan que esa verdad que supuestamente no puede discutirse, lidere en los medios de comunicación social. 

Obispo Monseñor José Antonio Díaz misa catedralEstamos llamados a ser esos comunicadores en una sociedad que ha perdido el rumbo o ha optado por vivir en la posverdad, es decir vivir en el engaño, afirmó el obispo José Antonio Díaz. 

Para nosotros necesitamos pulir el conocimiento de lo que se comunica a través de un espíritu crítico, obviamente, tenemos que tener un espíritu crítico. Pero ese espíritu crítico tiene que buscar siempre la verdad, el bien y la belleza. La verdad, porque, bueno, tengo que buscar, a ver, esto que decimos normalmente, si está chequeado o no está chequeado, si lo que se dice es verdadero o qué grado de credibilidad tiene. Y dicho con armonía, dicho de tal modo que uno pueda, atando cabos, decir si la verdad es que esto huele, huele honesto, huele auténtico. Es todo un desafío aprender a ser comunicadores, aprender a escucharnos entre nosotros y aprender a discernir si la otra persona me está comunicando algo más de lo que dice. Los padres hoy en día saben lo difícil que es tratar de entender el mensaje que pueda llegar a estar dando su hijo adolescente. No es fácil entender y no es fácil descubrir qué es lo que es verdadero y qué es lo que es falso. Y entre nosotros siempre estamos tratando de entendernos a partir de las señales, a partir de las palabras que utilizamos, etc. De manera que lo comunicacional debe ser guardado o debe ser tratado en profundidad, con delicadeza, porque nos construye o nos destruye. Una palabra puede llegar a servir para construirme o puede servir para destruirme. Puede ser usado como una herramienta, como un puñal, como dice el mismo Papa en su mensaje, que va a herir en lugar de sanar. Y el paradigma del cuidado entre nosotros tiene que ir especialmente buscando que las palabras en lugar de herir y destruir, construyan y sanen. Esto me parece que es muy importante ahora que estamos celebrando este jubileo de las comunicaciones sociales, de los comunicadores. Y agradezco al equipo de comunicación de la diócesis que se hayan animado a compartir ese momento, tratando de crecer, buscando crecer. Todos hoy en día, gracias a la tecnología, nos podemos convertir en misioneros digitales. Todos podemos ser comunicadores de buenas noticias. Todos podemos resaltar la bondad, la verdad, la belleza que hay entre nosotros y que está permanentemente buscando gente de buena voluntad que sea capaz de interpretar adecuadamente esos contenidos que están en la nube, que están entre nosotros. Y que algunos saben usar para bien y otros saben usarlo para mal. Pero que en esta búsqueda permanente de autenticidad y de verdad, entre todos necesitamos ayudarnos a comprender con mayor autenticidad de donde viene la fuente, etc. 

Pero buscando esto, buscando construir una sociedad que sea capaz de consolidarse en la verdad, en el bien y la belleza. Que la Santísima Virgen, en realidad hoy ya estamos celebrando la liturgia del domingo, pero hoy sábado, 31 de mayo, estamos celebrando la fiesta de la visitación de María a su prima Isabel. Y con esa diligencia, luego de haber recibido una muy buena noticia, ella es portadora de una muy buena noticia. El primo de Jesús, Juan el Bautista, pega un brinco en el vientre de la madre justamente porque percibe la presencia de Jesús delante de él. Y esta es otra dimensión, es otra dimensión de la comunicación. Ya con esto termino. En realidad, hemos ido creciendo en sensibilidad y en percepción. Y los seres humanos, salvo en algunos casos, pero los seres humanos hemos crecido en esta agudeza para percibir realidades que la otra persona está viviendo. Y la presencia de Dios se hace sentir, por eso es importante que cada uno guarde en su vida la presencia de Dios como la fuerza de la comunicación. Dios comunica la verdad, comunica el bien. Y nosotros estamos llamados a ser esos comunicadores en medio de una sociedad que ha perdido el rumbo en algunos casos o ha optado por vivir en la posverdad, que es lo mismo que decir vivir en el engaño. Que la Santísima Virgen nos ampare, poniéndonos de pie, vamos. Saludos.

 

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