“Necesitamos de la humildad y la capacidad de escucha para recibir y dar correcciones de manera amorosa”

Parte de la Homilía de Mons. José Antonio Díaz  

El domingo pasado, el Señor nos había exhortado el que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que tome su cruz cada día. Y el domingo que viene, en el vigésimo cuarto domingo del tiempo litúrgico durante el año, Jesús le va a responder a Pedro que le pregunta ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano? Siete veces. Y él le va a decir no te digo siete veces, sino setenta veces siete, es decir, siempre. 

Como hemos escuchado en el Evangelio de Mateo todos necesitamos ser corregidos porque todos nos equivocamos, todos cometemos errores. Nadie juega a intachable y el que juega a intachable miente porque en realidad nadie puede serlo por su fragilidad o por lo que sea. Entonces cuando Jesús les enseña esto a los discípulos les está diciendo es importante que en un contexto comunitario nos ayudemos a caminar, nos ayudemos a ser mejores. Nadie se puede cortar solo diciendo yo soy el ejemplo de todos ni nadie puede quedar rezagado diciendo yo no alcanzo a esa exigencia de perfección a la que el Señor vino entonces yo salgo fuera de la comunidad. Y les enseña que en el medio está esta necesidad que tenemos y esto en el ámbito de la psicología se ha trabajado mucho respecto de la necesidad que tenemos de recibir una palabra de parte del otro. 

Por eso exhorta a la corrección fraterna si tu hermano peca ve y corrígelo en privado. Ese es el primer paso. Corrígelo en privado. Y la corrección en privado significa decirle, che, podemos hablar. Podemos tomar un cafecito por ahí porque no nos sentamos a tomar unos mates hablamos me he dado cuenta de esto me he dado cuenta de aquello quisiera decírtelo. Esa práctica en el seno de la familia debería ser constante superando la intolerancia que nos genera el hecho de que alguien quiera ayudarme a corregirme.

Por eso una muy buena práctica sería que como familia nosotros nos sentemos de vez en cuando por lo menos una vez al año y hagamos este ejercicio de decir a ver, yo me expongo a que ustedes me digan qué cosas tengo que corregir en qué cosas no estoy bien formas, palabras, actitudes y las otras personas me lo van a decir si yo le digo a mi hijo a ver, decime mi hijo en qué yo tendría que mejorar y mi hijo me va a mirar como diciendo, primero me va a mirar sorprendido porque que mi papá, mi mamá se atrevan a exponerse a que yo escuche lo que el otro tiene para decirme es ejemplar y de hecho no es que uno pierda autoridad uno gana autoridad cuando es capaz de superar esta actitud defensiva de decir yo tengo que mostrarme fuerte, intachable para que mi hijo tenga ejemplaridad y la primera ejemplaridad que tenemos que mostrar es la humildad y la capacidad de escucha esa es la primera ejemplaridad que tenemos que buscar bueno, el primer paso es ve y corrígelo en privado si no te hace caso busca dos o tres y si no les hace caso a estos dos o tres díselo a la comunidad y recién, si no le hace caso a la comunidad consideralo un pagano, un publicano es decir, alguien que no forma parte de la comunidad este camino que nos hace hacer el Señor es muy saludable pero lo primero que tenemos que decir es que necesitamos corregirnos entre nosotros porque con una buena advertencia en un momento oportuno yo puedo tener la oportunidad de cambiar pero si nadie me lo dice entonces yo también me hago responsable del error del otro. 

Los otros se dan cuenta de cosas que yo no me doy cuenta y yo creo que lo que yo sé de mí mismo es toda la información y no es así. Hay cosas que los otros saben de mí y que yo no las sé. Así como hay cosas que los otros no saben de mí y yo sí sé. Y cuando en la metodología por mejorar comunicación en el seno de la comunidad, vamos a mejorar la cuando la comunicación entre nosotros siempre sea bueno recordar esto para ser más libres yo necesito escuchar lo que los otros tienen para decirme y los otros necesitan escucharme en lo que yo tengo para decir.