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Corpus Christi: La Eucaristía es el núcleo de nuestra fe, donde experimentamos la comunión con Dios y entre nosotros

El obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción, José Antonio Díaz, concelebró la Santa Misa con los Párrocos Fabian Brito, Rodolfo Apud y Álvaro Sánchez Rueda, en la Festividad de Corpus Christi.

RELIGION 23 de junio de 2025Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
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Corpus Christi: El obispo José Antonio Díaz, concelebró la Misa en la iglesia Catedral que se encuentra en Concepción

Homilía del obispo José Antonio Díaz, en Corpus Christi: 

En cada Eucaristía, nosotros decimos, el sacerdote dice que este es el misterio de la fe. Este es el misterio central de nuestra fe. Porque en cada Eucaristía nosotros experimentamos el ser, el ser mismo de la Iglesia. La Iglesia que es una convocación de parte de Dios, Él nos convoca, nosotros acudimos, nos reunimos, nos encontramos, porque Él nos llama. Pero, además porque con el tiempo vamos descubriendo el sentido de nuestra fe y el contenido de cada Eucaristía. Y por eso cuando acudimos, ya no venimos solamente porque nos llamaron, sino porque además venimos atraídos por haber descubierto este foco de amor que solamente Dios puede dar. 

Christi 6El obispo de la Diócesis de la Santísima Concepción, José Antonio Díaz, concelebró la Santa Misa con los Párrocos  Fabian Brito, Rodolfo Apud y Álvaro Sánchez Rueda, en la Festividad de Corpus Christi. 

Y este foco de amor se hace en forma de banquete, de encuentro, de diálogo. Por eso nos reconocemos cristianos cuando empezamos la celebración de la Eucaristía haciendo la señal de la cruz. Y reconociendo que somos pecadores, que no somos dignos de estar participando de este misterio de la fe. E inmediatamente empezamos a dialogar como cualquier encuentro fraterno. Nos sentamos, escuchamos lo que tiene para decirnos Dios, escuchamos Su palabra, compartimos, dialogamos con Él, íntimamente lo escuchamos y sacamos conclusiones para nuestra vida. Recordamos los misterios y todo esto nos provoca a nosotros una reafirmación de fe. Porque en cada Eucaristía dominical nosotros reafirmamos nuestra fe, compartimos nuestra fe, la reafirmamos para poder luego anunciarla. Y pedimos por nuestras intenciones, las intenciones que cada uno tiene en su corazón y que viene con el anhelo de poder ofrecérselo al Señor. Todo esto suscita el diálogo, una experiencia que la Iglesia está llamada a realizar cada vez más. Y el Papa Francisco ha querido de alguna manera generar conciencia sobre la importancia que tiene la escucha. La escucha no sólo de la palabra de Dios, sino la escucha entre nosotros. Esa experiencia sinodal a la que él hacía referencia es justamente este poder encontrarnos, hablar, hablar con Dios, escuchar al Señor, pero también escuchar a los hermanos. 

La liturgia de la palabra es la primera gran parte de cada encuentro eucarístico y que nos lleva a tratar de profundizar en lo que Dios tiene para decirnos. Y luego comenzamos la segunda parte, la parte en la que preparamos el altar porque es la mesa en la que Jesucristo renueva su misterio pascual, esa alianza de amor que solamente él pudo haber hecho y que es definitivo. Y las palabras del sacerdote que repite las palabras de Jesús en la última cena generan lo que él mismo nos mandó a realizar y que hemos escuchado en la segunda lectura, que tiene que ver con el anuncio, la recomendación fundamental que se le hace a la Iglesia de llevar adelante este memorial por todos los siglos. Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos la muerte del Señor, su pasión, muerte y resurrección hasta que Él vuelva. De tal manera que ese misterio que nosotros celebramos nos vincula con la escatología, con los tiempos definitivos, con el momento definitivo de la llegada del Señor cuando Él llevará a cabo, llevará a su plenitud su obra. Y ese momento central queda plasmado bajo las circunstancias espaciotemporales que nosotros reconocemos como símbolos, pero que guardan en sí mismas el contenido más precioso que podemos tener y que es la presencia real de Jesús sacramentado. 

Christi 2Uno de los cuatro altares, en los cuales el Santísimo, en su custodia es mostrado a todos los allí presentes, en este caso en Plaza Mitre de Concepción

Eso para nosotros es el motivo por el cual nosotros compartimos cada Eucaristía y acudimos a su llamado. Dentro de este mismo espacio eucarístico viene un segundo momento que es la comunión. Y en la comunión nosotros experimentamos el momento más íntimo de encuentro con Jesús. Es el momento quizás más deseado a lo largo de toda la semana, para lo cual nos tenemos que preparar, porque en ese momento reconocemos su presencia en nosotros, pero además nos reconocemos en Él. Es una mutua pertenencia, es un ámbito de comunión en donde Él está en nosotros y nosotros en Él. El Padre, el Hijo y el Espíritu han sido derramados en nosotros en el momento del bautismo y en cada Eucaristía eso se actualiza, pero en Jesucristo, por eso a quien comulgamos es justamente a Jesús y en Él nosotros estamos en comunión con el Padre y el Espíritu. Para luego todo esto transformarse en una vida nueva, por eso cuando salimos de cada Eucaristía es un motivo para renovarnos. Como reflexionábamos en otra oportunidad, si nosotros los cristianos saldríamos un poquito mejor de lo que llegamos en cada Eucaristía seríamos una belleza. Pero nuestro problema es que a veces venimos, estamos, participamos formalmente de una manera rutinaria y cuando salimos, salimos como llegamos. Y ese es un examen de conciencia que tenemos que hacer profundamente porque el mundo espera de nosotros y tiene expectativas. 

Christi 4Misa concelebrada con los tres párrocos de la ciudad de Concepción y el obispo José Antonio Díaz 

Y la gente que sabe que nosotros participamos de la Eucaristía dominical o cuando decimos me voy a misa, se plantean quizás la posibilidad de que cuando lleguemos a la Casa nuevamente haya alguna novedad y esa novedad brota de la Eucaristía, esa novedad genera esperanza. La esperanza que nosotros podemos generar es justamente que luego del encuentro con Jesús algo ha cambiado. Quizás nuestra propaganda, nuestra peor propaganda, por hablar en términos propagandísticos, sea justamente que seguimos siendo iguales. Pero el problema no es sólo eso, sino que cuando las cosas se estancan, cuando las cosas se repiten, cuando seguimos siendo siempre iguales, en el fondo ya nos estamos descomponiendo, ya estamos abandonando la novedad. Cuando ya no nos asombramos por lo que celebramos, cuando ya no nos alegramos cuando venimos, cuando el encuentro con el Señor y los hermanos ya no nos renueva la vida, entonces es cuando experimentamos que en el fondo esto que venimos a hacer es nada más que una tradición, es una repetición, como decíamos, que ha perdido su sabor, que ha perdido su vida, que ha perdido su presencia y es para nosotros el motivo fundamental de nuestra alegría y de nuestra esperanza. Celebrando Corpus para la Iglesia es un motivo de renovación profunda. Porque desde acá brota la energía para salir a evangelizar. De acá brota la generosidad para compartir el pan con el hambriento, como hemos escuchado en el Evangelio, que es un texto que habla justamente de esta observación que hacen los apóstoles, porque esta cantidad de personas que acudía para que Jesús los sanara, de pronto se encuentran sin posibilidades de resolver una cuestión fundamental y que es comer. Y Jesús les dice, denles ustedes de comer. Y los apóstoles dicen, mira la poca cosa que tenemos, unos pocos panes, unos pocos peces, ¿qué es esto para tanta gente? Jesús les dice, bueno, vamos a organizarnos, háganlo sentar en grupos de cincuenta y luego bendice el pan, lo parte y se los va entregando Él mismo. Y Él hace alcanzar para todos, y sobra, y mucho. 

Christi 3El Palio es llevado por seminaristas de la Diócesis de la Santísima Concepción, en señal de reverencia y resguardo al Santísimo Sacramento 

Con lo cual, nosotros necesitamos venir al Señor para que Él nos enseñe a ser generosos, a poner todo lo que tenemos en beneficio de aquellos que tienen hambre. Y necesitamos compartir, ahora que estamos en la colecta anual de Cáritas, es una muy buena oportunidad para hacer notar nuestra generosidad. ¿Cuántos abrigos tenemos en casa que podríamos compartirlo? ¿Cuánto alimento tenemos en nuestros hogares y que podríamos compartirlo? Sería una muy buena oportunidad para despojarnos de eso que tenemos y que le vendría muy bien a aquellos que no lo tienen. Esto brota de cada Eucaristía. Si se convierte solamente en un acto de solidaridad, capaz que nos sentimos buenos. Y ese acto de bondad nos hace sentir bien en nuestra conciencia. Pero si ese acto de caridad brota de cada Eucaristía, digamos, lo más sagrado con lo otro más sagrado que es el prójimo. Es Dios en servicio a la humanidad, porque así lo ha querido Él. Porque Él se ha unido a nosotros en el misterio de la encarnación y Él se da como alimento. Un alimento que permanece a la vida hasta la vida eterna. Y esto es lo que en realidad nosotros anunciamos. Por eso cada vez que hagamos un gesto de caridad con algún hermano pobre, recemos un Padre Nuestro, hagamos un momento de oración. No sólo reconozcamos a la persona, no desprendiéndonos solamente de una cosa, sino haciendo un gesto de solidaridad que es en el fondo un gesto de caridad que brota de Dios y tiende a Dios. Entonces no estamos dando solamente cosas útiles.

Christi 1Cuarto altar en una de las esquinas de la Plaza Mitre de la ciudad de Concepción, a cargo de la Iglesia Catedral 

Estamos dándonos y estamos permitiendo que Dios llegue también al corazón de esa persona que no sólo necesita de elementos materiales, necesita sobre todo del amor de Dios expresado en la mirada, en el afecto, en la cercanía, en la calidez de parte nuestra que somos, como los brazos, las manos y los pies del Dios que camina entre nosotros, que nos motiva en la esperanza y que nos hace anhelar la meta. Que la Santísima Virgen nos acompañe en este mes del Sagrado Corazón en el que aprendemos a tener los mismos sentimientos de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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El Santísimo Sacramento del altar, recorrio las calles de Concepción en la festividad de Corpus Christi 

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