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Mons. Díaz: ¿De qué me vale a mí hacer muchos actos de piedad, si yo no cambio el corazón?

"Los hábitos buenos se convierten en virtudes, los hábitos malos se convierten en vicios; tenemos que consolidar lo bueno y erradicar lo malo", afirmó entre otros conceptos el obispo José Antonio Díaz, en el primer domingo de cuaresma, en la iglesia Catedral de la Diócesis de la Santísima Concepción.

RELIGION 18 de febrero de 2024 Vientos Tucumanos Noticias Vientos Tucumanos Noticias
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.Mons. Díaz: ¿Qué podemos aportar? Nuestra esperanza, nuestro esfuerzo y nuestro trabajo por ser mejores.

Homilía del Obispo José Antonio Díaz en el primer domingo de cuaresma:  

Estamos reunidos en este domingo, primer domingo de Cuaresma, escuchamos, como todos los años, el texto que pedimos en el Padre Nuestro, no nos dejes caer en la tentación, forma parte de la vida cotidiana. La tentación tiene que ver con una situación concreta, específica, en donde aparece parte de nuestra fragilidad.

En un contexto de situación hay personas que se sienten tentadas según sean sus necesidades concretas, a veces por defecto, a veces por exceso. Lo cierto es que la tentación siempre está, movidos por la concupiscencia de la carne, por la codicia, por la avaricia, movidos tal vez por la soberbia, por la ira, por la pereza o por cualquier pecado dominante. Siempre estamos en situación de precariedad y de tentación.

Y uno tiene que estar atento, porque hasta cuando uno se siente en confianza con otros, tiene la tentación de hablar mal de otra persona, uno tiene que poner el freno y tiene que buscar la manera de moderar las apreciaciones respecto de los otros. Y ese trabajo requiere de una práctica que luego se convierte en una virtud. Hay dos tipos de hábitos, hábitos buenos y hábitos malos. Los hábitos buenos se convierten en virtudes, los hábitos malos se convierten en vicios. Y uno tiene que aprender a orientar las opciones en su propia vida para consolidar lo bueno y erradicar lo malo.

Esta es una cuestión cotidiana que en cualquier momento lo podemos practicar. Hacia dónde orientamos la mirada, hacia dónde orientamos el pensamiento, hacia dónde orientamos los sentimientos, qué tipo de sentimientos nos movilizan, qué inclinaciones nos dominan. Esto cada uno lo tiene que identificar, porque junto con el carácter que cada uno tiene, junto con el temperamento que ha recibido, siempre hay tendencias dominantes. Cuando uno se esfuerza por identificar cuáles son esas tendencias dominantes, uno está en condiciones de hacer un plan para ir erradicando, moderando esa tendencia dominante, o fortaleciéndola cuando se trata de una tendencia positiva.

Y la cuaresma es un camino, y es un camino que me permite a mí trazar un plan y decir, a ver, yo voy a trabajarme en tal o cual aspecto de mi personalidad. Yo voy a trabajarme en esa inclinación que me domina. Y si yo digo, no tengo inclinaciones dominantes que me dominen, no tengo características que sean predominantes en mi vida, quizás todavía no me di cuenta. Y por eso siempre es importante preguntarle a los otros, a los que conviven con nosotros, a los que comparten la vida, preguntarle qué cosas yo debería corregirme. Y eso, desde un sentido práctico, puede haber un listado de cosas que yo, por ahí, ni cuenta me había dado. Y puedo, al identificarlo, comenzar a trabajarme en este tiempo de la cuaresma. Hay cosas que puedo erradicar, y no lo hago porque todavía no me lo he propuesto. Modificar mi manera de referirme a los demás, modificar mis palabras, mis actitudes, y todo eso requiere de un trabajo. Y la cuaresma es eso, un esfuerzo por cambiar, por convertirnos.

obispo 1Monseñor José Antonio Díaz durante su homilía en la Iglesia Catedral en Concepción  

Por eso dice el Señor, luego de las tentaciones del desierto, sale a predicar, conviértanse porque el reino de los cielos está cerca. En el fondo, la cuaresma es una gran escuela de conversión y de vida nueva. Nada más que los cristianos la tenemos como un conjunto de ritos y de actos devocionales que son buenos, son muy buenos, pero si no cambian el corazón, no sirven. ¿De qué me vale a mí hacer muchos actos de piedad si yo no cambio el corazón? Si yo no he logrado identificar cuál es el aspecto que tengo que modificar en mi vida, ¿de qué tengo que convertirme? Y eso es no sólo una fuente de felicidad y de dicha para cada uno de nosotros, sino que es una contribución para mejorar la calidad de vida en el ámbito familiar y en el ámbito social. ¿Qué tenemos los cristianos para aportar? Una vida nueva. ¿Qué podemos aportar? Nuestra esperanza, nuestro esfuerzo y nuestro trabajo por ser mejores.

Y si algo tenemos que reconocer es que siendo mayoritariamente católicos en Argentina, somos un pueblo que siempre está patinando en los mismos errores y eso indica que en el fondo o no nos dimos cuenta todavía o no hemos puesto el suficiente esfuerzo por modificar nuestra conducta. Para esto sirve la cuaresma, para transfigurarnos. Por eso el segundo domingo de cuaresma, el domingo que viene, será el domingo en el que Jesús aparece transfigurado. El primer domingo Jesús que siente la tentación, que indica la fragilidad humana, que justifica que yo tenga que ponerme a hacer ejercicios espirituales.

Y el segundo domingo me plantea la meta. No es un voluntarismo para virtuoso, diríamos. Se trata de una auténtica conversión de corazón. Por eso le vamos a pedir a la Virgen en este domingo que nos ayude a hacer este camino, compartiendo el esfuerzo con otros, haciendo incluso ciertas alianzas con otras personas y planteándonos, vamos en serio la cuaresma. ¿Qué tal si durante estos 40 días disminuimos en un 50%? ¿Qué tal si durante estos 40 días disminuimos en un 50%?. Concluyo el prelado. 

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