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"Los pobres no vienen solo porque nosotros les demos lugar, sino porque ya lo tienen, se los ha dado Jesús"

El Vicario de la Diócesis de la Santísima Concepción, Pbro. Fabián Brito, habló en su homilía sobre la Jornada Mundial de los Pobres. La oración del pobre sube hasta Dios.

RELIGION 17 de noviembre de 2024Vientos Tucumanos NoticiasVientos Tucumanos Noticias
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Padre Fabián Brito, Vicario de la Diócesis de la Santísima Concepción.

Homilía del Vicario de la Diócesis de la Santísima Concepción, Pbro. Fabián Brito, en la Misa dominical en la Iglesia Catedral en Concepción. 

Todo esto nos va mostrando la Palabra que va concluyendo el año, el año litúrgico, el año cronológico que estamos viviendo también, y también concluimos la lectura del Evangelio de Marcos. Por eso también la Iglesia, con este texto, nos invita a mirar el final, los finales de nuestra vida, las conclusiones de nuestra vida, el final de la vida, el final de la historia. La Palabra que escuchamos en el Evangelio nos lo presenta Jesús en Jerusalén, que estaba anunciando, en primer lugar, la destrucción del Templo de Jerusalén y de todo Jerusalén, que sucedería 40 años después de su muerte. Pero eso era un anticipo, o lo une Jesús, mostrando Jesús que eso es el comienzo de un tiempo nuevo, ¿no? Lo une luego con el fin de los tiempos, el final de la historia. Por eso el texto que escuchamos hoy habla de eso. Dice, en aquel tiempo, en el final de los tiempos y la historia, dice, los astros se conmoverán, el cielo dejará de brillar, las estrellas caerán, por eso se describía en los profetas justamente el fin de los tiempos. 

De hecho, que eso generaba en todos los que escuchaban este anuncio cierta angustia, cierta desazón en el corazón, porque se manifestaban o se manifestaban estos fenómenos extraordinarios y aterradores. Pero en medio de este anuncio, el Señor hace un anuncio diferente, porque va a decir que en medio de esta situación aparece el Hijo del Hombre rodeado de poder y de gloria. Eso hace que ese acontecimiento sea diferente a como se lo venía mirando y anticipando. No era sólo la destrucción, llegaba la salvación. El Señor viene a salvar a su pueblo. Por eso había que mirar el fin de los tiempos con una mirada nueva, una mirada positiva, ¿no? Esa imagen del Hijo del Hombre que viene rodeado de poder y de gloria nos muestra a Jesús victorioso, ¿no? Nos muestra a Jesús que vence. Y esto es muy importante porque nos marca a nosotros la meta de nuestra vida y la meta de la historia de toda la humanidad. Nosotros por ahí, en el camino de la historia, podemos creer o mirar, observar, creer que el mal vence, que el malo siempre gana, pero cuando se nos anuncia esta palabra nos quiere recordar, asegurar la victoria final y definitiva de Jesús. 

domingo 2La imagen de la Virgen Inmaculada Concepción, a días del inicio de su novena. 

Y apoyado en esa victoria de Jesús, nosotros también podemos renovar nuestra propia esperanza. Otro también, en nuestra vida personal y comunitaria, podemos también atravesar momentos difíciles, momentos donde también somos tentados en el desaliento, donde dudamos si va a triunfar el bien o lo bueno que hacemos. Pero esta palabra nos recuerda y nos hace tomar conciencia de que nosotros vivimos marcado por esa esperanza, la victoria plena y definitiva de Jesús. Tan seguro estamos de esto como seguro estamos de que Jesús está vivo, pero creemos que Él ha vencido a la muerte y ahí ya comenzó Él a mostrar que su victoria va a ser plena y definitiva al final de la historia. Invitados a renovar la esperanza. Y esto es muy importante porque a lo largo del camino también nosotros, como decíamos, nos desalentamos y nos cansa a veces el trabajo y el esfuerzo por el bien. Mantener la esperanza nos ayuda a nosotros a perseverar en el camino, por esa certeza de que el Señor va a vencer, de que vamos a vencer con Él. Todos los esfuerzos, los trabajos, los compromisos de hoy, los sinsabores del tiempo son llevaderos porque tenemos la certeza de la victoria final, tenemos la certeza de la vida para siempre. 

Tenemos la certeza de la vida para siempre. Por eso hoy es importante que nosotros renovemos esa conciencia. Somos animados, por esta palabra, a renovar nuestra esperanza y a preguntarnos qué tanto nuestra vida está iluminada por esta esperanza. Si nosotros lo que estamos haciendo, viviendo, lo vivimos desde ahí, desde la esperanza en Dios. Eso marca nuestro camino. El que sabe a dónde ir, el que sabe cuál es la meta, sabe elegir el camino. Entonces eso también nos invita a pensar si estamos caminando hacia la realización de esa esperanza definitiva. Y en ese anuncio que hace Jesús, también dice que los ángeles traerán a hombres de Oriente, de Occidente, de todos los puntos cardinales, de todos los horizontes, vendrán a recibir la salvación de Dios. Mostrando así, los ángeles hacen referencia a la Iglesia que debe anunciar y ofrecer la salvación a los hombres. Pero además mostrándonos que la Iglesia es el lugar donde todos podemos recibir la salvación. Invitándonos a todos, el Papa insiste en esto, que la Iglesia es su lugar para todos. Y es lindo poder pensar desde esta palabra la jornada mundial de los pobres que hoy celebra la Iglesia. Los pobres también tienen su lugar en la Iglesia. Los pobres no vienen solo porque nosotros les demos lugar, sino porque ya lo tienen, se los ha dado Jesús. Jesús ha hecho de la Iglesia un lugar para todos. Por eso este llamado que nos hace hoy la Iglesia, en esta jornada de los pobres, para que ellos formen parte también de nuestra comunidad. Y esto es lindo que lo pensemos, porque el lema de este año es la oración del pobre sube hasta Dios. 

domingo 1Tres jóvenes quinceañeras recibieron la "Bendición" al finalizar la Santa Misa 

Cuando expresa esto, el Papa quiere mostrarnos que no solamente tenemos que compartir con los pobres la comida, el vestido, sino además tenemos que compartir nuestra fe. Unir nosotros, nuestra oración a los pobres y también permitir a los pobres que se unan a nuestra oración. Eso nos interpela mucho porque en todos los servicios sociales que tiene la Iglesia una carencia que tenemos es el compartir la fe. Por eso nos dedicamos demasiado tal vez a ofrecerle comida y vestido, que es cierto, es una necesidad primaria. Pero también es muy importante que puedan recibir la fe y enriquecerse con la fe. La fe para nosotros es luz, la fe para nosotros es fortaleza y también puede ser para ellos. La oración del pobre sube hasta Dios. Incluidos por el Señor en su providencia también para que nosotros los incluyamos en nuestra comunidad. Vamos a unirnos en la oración, renovando nuestra esperanza y abriendo el corazón a todos los hombres como lo quiere Jesús para todos nosotros. 

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