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"Debemos aprender a obedecer como hijos de Dios y buscar la ley divina en nuestros corazones. Es un tiempo de reflexión y sacrificio para seguir el ejemplo de Jesús"

En este quinto domingo de Cuaresma contemplamos la dinámica de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Jesús habla de dar su vida por los demás y de obedecer a Dios. Reflexiono en su homilía el Obispo José Antonio Diaz, en la Catedral de la Diócesis de la Santísima Concepción.

RELIGION 17 de marzo de 2024 Vientos Tucumanos Noticias Vientos Tucumanos Noticias
Eucaristia 3
Es un tiempo de reflexión y sacrificio para seguir el ejemplo de Jesús, reflexiono el Obispo José Antonio Diaz

Homilía de Monseñor José Antonio Diaz:

Queridos hermanos, en este quinto domingo del Tiempo de Cuaresma contemplamos esta dinámica de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en este texto del capítulo 12 del Evangelio de Juan, en donde Jesús luego de recibir la visita, aunque el anuncio de la visita de unos griegos, de extranjeros, lo lee como un signo de que ha llegado la hora ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser glorificado pero ese anuncio luego está explicitado en primer lugar como el grano de trigo que cae en la tierra y muere para dar fruto y la explicación posterior, porque si no muere no da fruto y que el que tiene apego a su vida la va a perder y el que no está apegado a su vida en este mundo la conservará para la vida eterna y bajo esa condición los invita a los discípulos el que quiera servirme que me siga es decir, les está diciendo, estas son las condiciones, estas son las reglas del juego el que quiera dar su vida por mí, por el Evangelio, por el Reino de los Cielos, por el bien de la humanidad, para salvar a la humanidad, que me siga aquel que quiera guardar su vida, desde ya le anticipo que la va a perder haciendo referencia a este ocuparnos de la salvación del otro pero a pesar de esta claridad con la que él les enseña esto.

sin embargo les confiesa mi alma ahora está turbada esa confesión de Jesús nos remite a su oración en el Huerto de los Olivos en donde sudó sangre y ese sudor de sacrificio, de entrega, de dolor anticipado es para nosotros un anuncio de lo que nos espera, es decir una vida entregada no es una vida cómoda, no es una vida fácil, no es una vida sencilla el que se entrega debe estar dispuesto a morir y cuando hablamos de morir estamos haciendo referencia en dos sentidos el martirio, morir en manos de aquellos que nos persiguen y el morir a nosotros mismos que es algo que debe ser una línea constante en nuestro caminar y en ese contexto de turbación Jesús reacciona y dice y qué diré frente a esa turbación que es un momento de oscuridad, un momento de confusión que a todos nos vendrá en algún momento, nos invade la duda nos invade quizás la inseguridad, el mirar adelante y no ver claro cuál es la respuesta que Él encuentra. 

Eucaristia 2

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Qué diré Padre líbrame de esta hora que es justamente lo que va a decir también en el Huerto de los Olivos si puedes que pase de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya, acá la respuesta es si para esto he llegado a esta hora entonces cambia la petición del líbrame de esta hora al Padre glorifica tu nombre que es lo primero que nosotros pedimos cuando rezamos que sea santificado su nombre, que sea glorificado su nombre porque en nombre del Padre, en nombre del Hijo, en nombre del Espíritu nosotros no sólo hemos sido bautizados sino que también hemos sido enviados por lo tanto la hora de Jesús es la hora de la glorificación por eso aparece el otro movimiento, el primer movimiento es el del grano de trigo que cae en la tierra y debe morir para dar fruto y el otro movimiento es cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra atraeré a todos hacia mí por lo cual vemos y contemplamos que la Pascua no es solamente renuncia no es solamente sacrificio sino también es gloria, es triunfo y es alcanzar la plenitud pero antes tenemos que pasar por este entierro podríamos decir como el grano de trigo que cae en tierra y muere, esta es la dinámica de la Pascua y en esa dinámica nosotros vivimos continuamente.

Nosotros queremos muchas veces la resurrección pero sin cruz no aceptamos esto de tener que sufrir, no aceptamos la oscuridad que precede a la muerte, no aceptamos esto de vivir en la incertidumbre y a veces con el alma turbada y no lo aceptamos porque queremos cosas seguras, queremos ganancias, queremos éxitos y éxitos que no lleven demasiado sacrificio sino que sean éxitos para gloria en el tiempo para que nos glorifiquemos entre nosotros, nos aplaudamos entre nosotros para ser exitosos delante de los otros pero no delante de Dios por esto es importante que durante este tiempo pensando en lo que vamos a vivir en la Semana Santa, vayamos pensando sobre cuál es la dinámica que nosotros le aplicamos a nuestra vida.

Si es solamente inversión y ganancias, si es una cuestión de negocios temporales o si es una cuestión de salvación eterna no sólo para nosotros sino para los otros y en esto nos ayuda mucho la Carta a los Hebreos que nos hace referencia a que Jesucristo dirigió súplicas y plegarias con gritos fuertes y lágrimas como estábamos reflexionando, recién tanto por este texto del Evangelio de Juan como por ese momento del Huerto de los Olivos aunque era Hijo de Dios aprendió por medio de sus padecimientos qué significa obedecer y de este modo alcanzó la perfección y aquí entramos en otro tema, que tiene que ver con la condición de ser hijos, si queremos ser auténticamente hijos tenemos que obedecer aprender a obedecer es la escuela de la filiación, aprender a ser hijos significa aprender a obedecer y es algo que nos cuesta y vivimos en el contexto de una cultura que no quiere obedecer a Dios, sino que quiere obedecer ya ni siquiera a la razón recta o a la recta razón ya ni siquiera al dato objetivo científico, sino que quiere obedecer al capricho, quiere obedecer al me gusta y el criterio moral para decir que una cosa está bien o está mal, no es la rectitud de juicio como lo vamos a ver haciendo referencia al texto de Jeremías es al me gusta o no me gusta como diciendo yo soy dueño, yo soy el que pone las leyes, yo soy el autor de las reglas y cuando digo yo estoy hablando de una subjetividad individual que luego se puede convertir en más colectivo en un grupo más amplio pero en definitiva quienes dictan las leyes es el mismo, interesado ni siquiera haciendo referencia a los 10 mandamientos que es la primera alianza y menos aún cuando haciendo un corrimiento hacia la interioridad dice el profeta Jeremías, llegará la hora en que pondré mi ley en el corazón de cada uno de ustedes, la ley de Dios en el corazón y en la conciencia de cada uno de ustedes.

Eucaristia 1

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Ahora bien por esto nosotros pedimos en el Salmo 50, "crea en mí Dios mío un corazón puro porque sólo un corazón puro y recto puede interpretar adecuadamente lo que Dios ha puesto en nuestro corazón" y vale la pena pensar como mi condición de hijos que significa obedecer por un lado y por otro lado esta ley que está inscrita en el corazón de cada uno, ley a la que tenemos que acudir mediante una profundización en la conciencia mediante la meditación, la reflexión y este comparar lo que Dios me enseña con lo que yo quiero o con lo que yo intento elegir como directriz en mi vida que me dirige, que dirige mis decisiones.

Hay dos instancias entonces en este proceso de la alianza uno que está ligado a las piedras, a las piedras escritas por Dios en la montaña santa, la ley, los diez mandamientos y por otro lado la ley interior que es el signo del espíritu que nos guía, obedeciendo a estos dos factores, el factor objetivo y el factor subjetivo es que nosotros podemos comparar si nuestra conciencia es recta o no, porque no se trata de una interpretación caprichosa yo tengo que verificar si esa interpretación es recta, en el seno de la iglesia nosotros lo hacemos mediante la enseñanza del magisterio de la iglesia, le pidamos al señor que nos ayude para que trabajemos en este tiempo que nos queda de la cuaresma en esto de obedecer a Dios que ha inscrito su ley en nuestros corazones, para que renunciando a nosotros mismos seamos capaces de obedecer como Jesús lo hizo entregando su vida por la salvación del mundo.

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