“El miedo no debe ser la última palabra, sino la esperanza, la confianza puesta en Dios”

En una Semana Santa única e inédita, que solo llegará a los fieles por los medios televisivos, en el caso de la Iglesia Catedral en la ciudad de Concepción, para toda la provincia por la señal de Canal 5 de Tucumán. Además de la páginas de Facebook  de la parroquia, viviendo cada acto litúrgico en un momento muy difícil de la humanidad y de forma particular de la Patria y nuestra Provincia.

A continuación algunas de las reflexiones del Obispo Melitón Chávez, durante su Homilía, en la Misa de la Entrada Triunfal de Jesucristo en Jerusalén y la Bendición tradicional de los Ramos.     

Homilía:

Montado en un burro, hace que él se muestre como Rey de paz, Rey humilde, que nos muestra realmente la profundidad de la encarnación del Hijo de Dios.

Cristo, a pesar de su condición de vida, no mostró su categoría divina, no “sacó chapa” de su divinidad sino que se hizo hombre y se hizo esclavo; se hizo último, a ocupar el lugar del último y del último pecador; a llegar a tocar el fondo, la profundidad del hombre, hasta el punto de vivir Él este misterio de mostrarlo a Dios como en el rostro de su Hijo ciervo, esclavo. Hasta el punto de sentir lo que el hombre siente cuando ha perdido el paso de su vida, el abandono, la soledad.

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Este es el grito que surge del Hijo de Dios crucificado y, que en cierta forma, evoca la realidad de la humanidad que sufre.

A veces los le decimos a Dios “por qué nos has abandonado”, o “por qué Dios permite todo esto”; quizás nunca como antes fue tan oportuno acercar al misterio de la Pasión del Señor, de su muerte y resurrección, para encontrar allí un sentido. No, como muchas veces se espera o se piensa, una solución mágica que de pronto desaparezca todo el mal de una forma instantánea.

 La Fe nos hace buscar a Jesucristo, a Cristo crucificado, en él nosotros creemos, a él lo anunciamos, porque sabemos que es el sentido profundo de nuestra vida.

El miedo no debe ser la última palabra, sino la esperanza, la confianza puesta en Dios. Justamente la esperanza es una virtud que por su propia naturaleza actúa en el momento de la oscuridad, cuando no vemos. San Pablo nos dice solo se espera lo que no se ve, si ya lo estuviéramos viendo, no lo esperaríamos.

La esperanza es la que pedimos hoy al Señor. En medio de esta oscuridad en la que vive la humanidad, nuestra patria y las personas más frágiles, descubrimos a Jesús, que no se alejó, sino que camina con nosotros.

¿A dónde está el Señor? Está en nuestro corazón, en mí, en ustedes, en sus familias donde quizás están conviviendo más intensamente ahora.